Cenar comida de un paquistaní en una habitación con ventana a un patio de luces enmohecido, tan enmohecido como tu vida, y saberte a gloria, a libertad, a empezar de cero. Tener un punto de partida y un objetivo, el que sea, uno, y la sensación de que todo funciona como en esos tallarines con pollo, harina de garbanzos, cebolla, jengibre, cúrcuma, guindilla y cilantro. Una mezcla de ingredientes que podría, casi debería, combinar como la misma mierda y sin embargo funciona, como esas explosiones de sabores de David Muñoz pero a tres euros la ración y servido en un recipiente de cartón.
Hiperasia es algo de todo eso, no sé el qué. El plato de comida o el punto de partida. Es un desorden casi estudiado, incómodo cuando quiere y abrumadoramente adictivo casi siempre. No es un disco que pretenda resultar cómodo. La base rítmica no te ayuda a seguirlo más que en tu cabeza. Es imposible bailarlo sin parecerse a Thom Yorke en Lotus Flower. Y sin embargo se deja sentir. Como en Pizza, donde encuentran soluciones en el borde de una pizza. A casi todo. Al día a día. Al día.
El cuarto disco de El Guincho parece ser el más libre y ambicioso de la discografía de Pablo Díaz, no pretende convencer desde el principio y busca que te acerques a él sin prejuicios ni convencionalismos. Al menos eso podría pensar quien reconozca aires de reguetón en De bugas, de igual forma que también se podría mencionar a Pedro Ladroga, Jam City, Kanye o Roni Size a lo largo de todo el disco. Son canciones troceadas y transformadas hasta lograr su objetivo. Una amalgama de ritmos rotos que entran, salen y acompañan a unas melodías vocales moldeadas con el autotune para viajar entre el pop y el fraseo del hip-hop o el trap. Aparentemente tan afectado por la actualidad pero con el sello absolutamente personal de uno de los más internacionales de nuestros artistas. Y escucharlo sin reservas, con absoluta entrega, se convierte en una experiencia tan extraordinaria como la de apuntarse a su lanzamiento multimedia (que incluye un mediometraje y contenidos personalizados para los que elijan la edición digital del disco).
Pizza o Abdi dos de los temas más pop, te hacen apretar las manos hasta clavarte las uñas, Mis hits es lo más parecido a un single, Sega te lleva a unas canarias muy diferentes de las que muestran los folletos de travelplan y Comix, con la inconmesurable colaboración de la Mala, se gana a pulso el derecho a tener un clip como el que le ha praparado el sello Canadá. Todo el álbum certifica que estamos ante el proyecto con mayores miras de El Guincho y que, además, está a al altura de ello. A una grandísma altura.
Hiperasia es algo de todo eso, no sé el qué. El plato de comida o el punto de partida. Es un desorden casi estudiado, incómodo cuando quiere y abrumadoramente adictivo casi siempre. No es un disco que pretenda resultar cómodo. La base rítmica no te ayuda a seguirlo más que en tu cabeza. Es imposible bailarlo sin parecerse a Thom Yorke en Lotus Flower. Y sin embargo se deja sentir. Como en Pizza, donde encuentran soluciones en el borde de una pizza. A casi todo. Al día a día. Al día.
El cuarto disco de El Guincho parece ser el más libre y ambicioso de la discografía de Pablo Díaz, no pretende convencer desde el principio y busca que te acerques a él sin prejuicios ni convencionalismos. Al menos eso podría pensar quien reconozca aires de reguetón en De bugas, de igual forma que también se podría mencionar a Pedro Ladroga, Jam City, Kanye o Roni Size a lo largo de todo el disco. Son canciones troceadas y transformadas hasta lograr su objetivo. Una amalgama de ritmos rotos que entran, salen y acompañan a unas melodías vocales moldeadas con el autotune para viajar entre el pop y el fraseo del hip-hop o el trap. Aparentemente tan afectado por la actualidad pero con el sello absolutamente personal de uno de los más internacionales de nuestros artistas. Y escucharlo sin reservas, con absoluta entrega, se convierte en una experiencia tan extraordinaria como la de apuntarse a su lanzamiento multimedia (que incluye un mediometraje y contenidos personalizados para los que elijan la edición digital del disco).
Pizza o Abdi dos de los temas más pop, te hacen apretar las manos hasta clavarte las uñas, Mis hits es lo más parecido a un single, Sega te lleva a unas canarias muy diferentes de las que muestran los folletos de travelplan y Comix, con la inconmesurable colaboración de la Mala, se gana a pulso el derecho a tener un clip como el que le ha praparado el sello Canadá. Todo el álbum certifica que estamos ante el proyecto con mayores miras de El Guincho y que, además, está a al altura de ello. A una grandísma altura.
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