Llegamos al final del especial Sufjan Stevens que hemos llevado a cabo en el marino. Muchísimas gracias a Mireia y a Amaya por participar. De nuevo, ha sido un placer.
All delighted people, 2010
Sufjan volvía después de una sequía de varios años sin disco nuevo con el ep All delighted people. Ep, por llamarlo de alguna manera y por ser avanzadilla de The age of adz, porque por duración (60 minutos) y número de temas podría ser perfectamente un lp.
El disco se abre y se cierra con dos canciones fundamentales: All delighted people (en su versión original, también aparece en una Classic rock version, de título muy explicativo) y Djohariah. La primera, una obra maestra, va creciendo en intensidad e impacto a lo largo de sus 12 minutos, convirtiéndose su última parte en, prácticamente, una súplica épica: "I still love you a lot, Oh! I love you from the top of my heart, and on your breast I gently laid. Oh! My head in your arms, do you love me from the top of your heart?". Una de esas canciones en las que Sufjan va armando emociones, llevándolas y llevándonos a un lugar del que solo él conoce su existencia. Djohariah, a modo de jam session, también crece hasta los 17 minutos, como un mantra del que nunca salir.
A pesar del tono lúgubre que reina a lo largo de la hora de duración, nos encontramos pasajes que arrojan luz (en el mundo Suf también sale el sol) al conjunto (Heirloom, From the mouth of Gabriel), aunque también otros totalmente arrebatadores y escalofriantes como The owl and the tanager.
Como curiosidad, en la edición vinilo y aunque no esté acreditado, en la cara d se encuentran varios instrumentales breves a piano, que formaron la banda sonora del corto Eve, dirigido por la actriz Natalie Portman en 2008.
2010 resultó ser un año glorioso para Sufjan Stevens. Nos ofreció este disco más convencional, más acorde con lo que venía publicando, y pocos meses más tarde, la arquitectura electro-barroca de The age of adz.
javi
The age of adz, 2010
DESENLACE
No me cansaré de repetirlo, Impossible soul es la mejor canción de Sufjan Stevens. Una epopeya que solo ocurre cada mucho tiempo.
Una canción, un momumento, que retrata a la perfección el modo de hacer de nuestro héroe. Algo que Sufjan lega al mundo y nosotros solo podemos hacer que admirar durante el resto de nuestro días. Cada uno de sus 25 minutos es una gozada, una construcción en constante movimiento, que no cesa de sorprender.
I want to be well, otra hazaña, muestra la desesperación y la rabia en su momento más alto.
NUDO
En el nudo es donde se desarrolla la acción de cualquier arco argumental. Aquí la acción pasa por un entramado de ideas desarrolladas a través de los ritmos electrónicos.
Too much, I walked o Age of Adz, piezas clave, abrieron un camino por el que Sufjan se sentía como pez en el agua, adaptando ese tipo de canción a su imaginario, convirtiéndolo en reconocible desde el segundo cero.
Vesuvius o Now that I'm older, preciosas ambas, son otras maravillas de un disco al que el tiempo ha puesto en su sitio, haciéndolo mucho mejor.
INICIO
Todo empieza en el mismo sitio en el que lo dejamos. Damos al play, y volvemos a casa. Guitarra de nylon y voz envolvente.
No nos confiemos, es una trampa. Sufjan solo nos está haciendo la entrada más fácil. Podemos estar tranquilos, nos espera un viaje alucinante.
javi
Carrie & Lowell, 2015
Llevo varios días intentando escribir sobre Carrie & Lowell. Vano esfuerzo. Todo lo que tecleo me parece o cursi o falso y vacío. Yo quería redactar algo sobre las circunstancias que empujaron a la creación de este disco, pero no sé hasta que punto es posible escribir algo ‘emotivo’ sobre una obra que va más allá del adjetivo. En fin. Voy a intentarlo.
Carrie and Lowell trata de la muerte de la madre de Sufjan. Una madre que lo abandonó de pequeño. Pero no era un monstruo, simplemente alguien enfermo superado por las circunstancias. Sufjan canta sobre cómo le dejó tirado en un video-club cuando tenía tres años, sobre contemplar su agonía o sobre cuánto la echa de menos. Trata de entenderla y la perdona. Es un álbum de duelo, para conjurar el dolor.
Después de ocultarse durante años tras pretextos argumentales -los estados, Royal Robertson, etc.-, Sufjan canta esta vez sobre él. Expresa de manera sencilla, cruda e implacable sus sentimientos. Sin ambages ni artificios, sin tratar de suavizar nada o autoengañarse. En este proceso Sufjan ha compuesto sus canciones más hermosas. Las despoja de sus habituales arreglos y las deja prácticamente desnudas, pero en la cima de su expresividad. Y construye el disco más emocionante que hayas podido escuchar en años. Porque todo aquí respira verdad. Y desconsuelo. Y amor. Y, finalmente, esperanza.
mireia