1 The Radio Dept. Running out of love
La revolución será en la pista de baile o no será. Un disco comprometido social y musicalmente, que sigue fiel a las marcas de identidad del dúo sueco pero se abre a nuevos sonidos para no estancarse. Así, el indiepop de atmósferas synth se ha acercado al techno el house y el dub en una fusión que ha resultado de los más coherente para lograr una obra mayúscula. Desde sus comienzos, The Radio Dept. siempre han sido una debilidad que más de diez años después aún no nos ha pinchado. Si tenemos que ser fans de alguien, estos serían, sin duda, uno de nuestros firmes candidatos.
2 Frank Ocean Blonde
Blonde es lo que nos gustaría saber describir al explicar cómo suena el siglo XXI. Blonde es Frank Ocean, solo, en medio del círculo polar antártico, perdiendo su juventud. Esa juventud que se cuenta por relaciones fallidas, drogas y coches caros. Y lo es de la forma en la que solo un diario que sabes que nadie lo va a leer lo es. Blonde no necesita Grammys ni superventas para ser inmenso, básicamente porque no lo pretende. Solo pretende exorcizar los demonios de su autor y, de paso, convencernos a los demás de que se puede ser inmenso desde la introspección.
3 Ólafur Arnalds Island Songs
2016 ha sido un año cumbre en la trayectoria de Ólafur Arnalds. Su proyecto Island Songs ha resultado ser uno de sus discos más importantes, sino el que más. Una exhibición de talento brutal en un músico que parece estar en su mejor momento. Cada una de las canciones que forman este disco y que se presentaron semana a semana durante el verano, son muestra de una belleza (como diríamos en estos casos) incomparable y con diferentes matices: de las más afligidas 1995 u Öldurót, a la más esperanzadora Dalur, pasando por la montaña rusa emocional de Particles.
4 Nick Cave & The Bad Seeds Skeleton tree
Las diferentes maneras de acercarse a la música como remedio o bálsamo y que esta actúe como terapia (de choque) llevan a Skeleton tree a un lugar en el que nos hemos visto poco este año: al de escuchar discos y que la congoja se apodere de nosotros. La congoja y todo tipo de emociones primarias que ven en estas 8 canciones la única salida posible.
5 Kanye West The life of Pablo
Cuando el tiempo dé la tregua necesaria y las distracciones de las diferentes parcelas de la vida de Kanye West dejen ver con claridad, quizás se podrá apreciar mejor la grandeza de The life of Pablo. Grandeza que él mismo se ha empeñado en sabotear una y otra vez desde su salida a la par que ha ido modificando el disco y su tracklist (increíblemente haciéndolo mejor en cada ocasión, con la inclusión de Saint Pablo como prueba de esto). Un disco que ve en sus alucinantes canciones su mejor defensa: Ultralight beam, Famous, 30 hours, Waves, Fade y un largo etcétera son sus convincentes y rotundos argumentos.
6 Beyoncé Lemonade
Nada en las primeras escuchas de Lemonade me hizo pensar que este sería uno de los discos más importantes de este año y el disco clave en la discografía de Beyoncé (también uno de los lanzamientos para entender este 2016). Sus rotundas canciones han llegado a lo más alto a lo largo de los meses. Pese a su variedad estilística, juntas forman una cohesionada y excelsa colección que pide una escucha tras otra y siempre sorprende. Un disco que traspasa sus fronteras naturales para entrar en el terreno de lo que realmente importa: la relevancia.
7 Jóhann Jóhannsson Orphée
En Orpheé se esconde la figura de Orfeo y su deambular motivado por la pérdida de Eurídice. Una inspiración que solo puede desembocar en un sonido hermoso y afectado, dolorido y resignado. Una tristeza musicada que nos enamora como las composiciones del propio Orfeo enamoraban a ninfas y bacantes, y logra en nosotros el mismo efecto hipnotizador del que no queremos recuperarnos.
8 Shura Nothing's real
Si hemos hablado de fronteras y terrenos naturales a propósito del Lemonade de Beyoncé, aquí nos encontramos el caso contrario. El disco de Shura nace desde pequeñas pretensiones para encontrar, gracias a sus canciones, esa puerta que lo lleve a lo más alto. Nothing's real (la canción), What's it gonna be?, Touch, What happened to us?, Make it up, etc, son sus pequeñas pero inmensas armas.
9 PJ Harvey The hope six demolition project
The hope six demolition proyect nace con el handicap de tener un hermano mayor con características de genio. Y no es fácil convivir sabiendo que vas a ser el segundo en casi todo, incluso en tu discurso de fin de curso. Aún así, y asumiendo esta limitación, el proyecto de PJ Harvey, fruto de su convivencia cercana con algunos de los conflictos que hacen del mundo un lugar peor, no se resiente en absoluto y sale airoso en su afán por registrar una imagen, temporal y geográfica, menos agradable de lo que desearíamos. Pero hoy en día el arte debe ser en parte reivindicativo para no dejarnos vencer tan fácilmente como parece que lo estamos haciendo.
10 Death in Vegas Transmission
No tenemos claro si Transmission es el enésimo álbum de Death in vegas o el primero de Richard Fearless en solitario. Porque aquí la única colaboradora, aparte de las labores de producción, es la de Sasha Grey en funciones vocales, y el resultado es un disco de electrónica oscuro y desasosegante. Tan inquietante como hipnótico y no exento de hits, como pueden ser Consequuences of love (aún más claro en el remix de Chris & Cosey editado como single en un 12”) o You disco I freak.
11 David Bowie ★
Otro caso, al igual que ocurre con el disco de Nick Cave, en el que las circunstancias que rodean estas canciones se tienen que imponer (no hay otra manera posible) en la manera de acercarse a ellas es este ★. Un disco que te lleva tan arriba como proporcionalmente abajo. Un disco que es un instrumento en manos de toda la paleta de emociones.
12 Kate Tempest Let them eat chaos
Let them eat chaos no puede valorarse (solo) como una obra musical, porque su mayor fuerza está en el mensaje que traslada. La historia de estos siete vecinos de un mismo barrio residencial, que en Enero se convertirá en obra literaria (de momento, anunciada solo en inglés, para los no políglotas nos toca esperar y rezar), impacta no solo por la forma en la que Kate Tempest nos la transmite sino, esencialmente, por el mensaje que conlleva. Siete vidas que tienen un punto de inflexión a las 4:08 mientras en el exterior la tormenta amenaza con resquebrajarlo todo, aún más.
13 James Blake The colour in anything
Este año ha habido una serie de lanzamientos, por decirlo de alguna manera, altamente emocionales: discos que por diferentes razones nos han tocado allí donde había que hacerlo. El tercer disco de James Blake, su mejor álbum hasta la fecha, es uno de ellos. Electrónica susurrante sumergida en nocturnidad que no conoce momento de desperdicio a lo largo de su hora y cuarto de duración.
14 The Avalanches Wildflower
Que veinte años no es nada, la frase de Carlos Gardel en el inmortal tango Volver, es algo a lo que los componentes de The Avalanches se han aferrado para publicar, casi dos décadas después, un disco que parece el hermano mellizo de aquél Since I left you que tanto nos sorprendió en el 2000. Y Wildflower tiene todo lo que aquél tenía excepto eso, la capacidad de sorpresa. Por lo demás, solo queda volver a sumergirse en ese mar de sampleados y apropiaciones que te lleva directamente a un mundo imaginado donde el sunshine pop convive con géneros como el hip hop old school, la sicodelia o el r’n’b que se dibuja con los mismos trazos con los que Disney creó las imágenes de Alicia en el país de las maravillas.
15 Rihanna Anti
Un disco que respira oscuridad, inconformismo y 2016 por todas partes. Sin duda alguna, el mejor disco de Rihanna, que en esta ocasión no solo entrega sus correspondientes hits (Work, Needed me, Kiss it better) sino también un álbum consistente y diablos, prácticamente sobresaliente.
16 Blood Orange Freetown sound
Si por algo se ha caracterizado este 2016 es por el número de discos en los que el autor muestra grandes ambiciones que resultan en grandes resultados. Freetown sound es un disco complejo, que demuestra la pasmosa facilidad con la que Dev Haynes afronta diferentes estilos y los plasma en canciones envolventes y cálidas.
17 MIA AIM
El que parece ser el último disco de M.I.A guarda en su interior más de lo que parece en un principio. Ya sin el factor sorpresa de sus primeros discos, pero igual de contundente y rotunda en su discurso. Que me aspen si Borders, Go off, Freedun, Finally, Ali r u ok?, Survivor (por ejemplo) no forman un disco altamente disfrutable y consistente.
18 The Field The follower
The Follower es el anochecer del sonido de The Field. No hay grandes revoluciones sonoras, pero todo se ha ido oscureciendo poco a poco hasta lograr un efecto más inquietante y desasosegador en quien se acerca a él. Cuando te introduces en él tienes la sensación de haber estado ya en él, hasta que poco a poco ves como tus pies se van hundiendo en el barro, el sol desaparece y el bosque empieza a generar extraños sonidos que te muestran que nada es como parecía. Y entonces ya no hay vuelta atrás, ni casi la buscas.
19 Leonard Cohen You want it darker
You want it darker solo reporta calma, la calma de quien se sabe con los deberes hechos y no siente que el cronómetro esté jugando en su contra. Sus canciones son un hermoso ajuste de cuentas consigo mismo, con las relaciones y con el tiempo, y, al contrario que ocurre con Blackstar (el otro disco premonitorio del año), no muestra a alguien que lucha contra su destino, sino a un artista que llega al ocaso con la sensación de no necesitar alargar más el tiempo. Y esa calma se transmite de una forma que jamás lo ha hecho en su discografía, siempre catalogada de depresiva e introvertida, hasta conseguir que nos imaginemos a un Cohen diferente, menos atormentado que nunca, más relajado y más conformista con lo que le han aportado todo esos años de vida. Y este es su regalo final, que poco a poco iremos aprendiendo a valorar del todo.
20 Ladyhawke Wild Things
El tercer disco de la neozelandesa Ladyhawke es uno de los mejores discos de tecno pop del año, un álbum trepidante en el que las canciones con múltiples ganchos (hits alucinantes como A love song, The river, Wild things Money to burn) no dan tregua. Un disco de autoafirmación, de producción cristalina, para no parar de bailar y cantar, aunque sea en tu habitación.
21 Jenny Hval Blood bitch
Blood Bitch gira en torno a la sangre, en sí misma y como metáfora de la feminidad, vista desde un punto de vista tan poco complaciente que hiere, convirtiendo el el resultado en arma que se descarga sobre el que lo escucha. Bajo ese bálsamo de pop electrónico oscuro se esconden mensajes que son dedos en las llagas de una sociedad que utiliza los tabúes para esconder realidades. Jenny Hval no lo hace y Blood Bitch es el perfecto ejemplo de ello.
22 Animal Collective Painting with
Para Painting with Animal Collective han sacrificado parte de su experimentalidad a favor de una mayor accesibilidad y una estandarización del concepto de canción pop. No tenemos claro que la humanidad haya recibido muy bien este cambio, pero nosotros hemos disfrutado de las canciones del disco como hacía tiempo que solo nos pasaba con Panda Bear en solitario.
23 Andy Stott Too many voices
Andy Stott sigue fiel a su concepto musical, pero dando prioridad en este álbum a las voces, más presentes que nunca, que, a veces de forma casi imperceptible, se van colando en canciones que igual se presentan como un camino despejado que se disparan en formas poliédricas. Así nos encontramos con un disco que a ratos se acerca a sonidos más asequibles y en otros se enrevesa para exigir al oyente algo más que comodidad. Y cuando asumes que en él te vas a encontrar las dos vertientes y asumes el juego, no queda más que disfrutar tanto en unas circunstancias como en las otras.
24 Chance The Rapper Coloring book
En el año en el que Kanye perdió la cabeza y Drake nos mató de aburrimiento con su larguísimo Views, la gran revelación del Hip Hop es esta mixtape de Chance the Rapper, cargada de colaboraciones y talento, que tiene en común con The life of Pablo el gusto por disparar en todas direcciones y resultar en ocasiones excesivo, pero siempre abrumador y brillante.
25 The Goon Sax Up to anything
La gran sorpresa indiepop del año. La banda australiana ha conseguido con su disco de debut acercarse a los niveles de calidad compositiva de sus maestros, aparte de mostrar la frescura correspondiente a su edad. Y a nosotros nos sirve para no olvidarnos de que no hay como una canción perfecta de jangle pop para alegrarnos el día.
26 Pet Shop Boys Super
Incluso en sus momentos más bajos, Pet Shop Boys son capaces de sacar oro. Super no es Electric, tampoco Yes, ni incluso Elysium, pero aún así es difícil no ver las virtudes de canciones como The pop kids, Twenty-something, The dictator decides o Burn. Buenos singles a añadir a su ya monumental listado de ellos.
27 Motorama Dialogues
Los rusos Motorama no fallan, y a la altura de su cuarto disco, siguen enamorándonos a cada canción. En Dialogues, más cohesionado que su predecesor, nos encontramos su ya clásica arrebatadora melancolía, plasmada en arreglos que se graban a fuego.
28 Nicolas Jaar Sirens
Sirens se vende como un disco de electrónica pero es mucho más. Aquí hay músicas con raíces sudamericanas, rock, funk y hasta doo wop, pero llevados a un terreno tan personal que, al final, solo te encuentras con la particular forma de entender la música del dj chileno. Nosotros hemos aceptado la apuesta y nos hemos quedado sin saber clasificarlo, como cuando escuchamos por primera vez aquel Bow down to the exit sign, una de las obras más reivindicadas del fantástico David Holmes.
29 Mexrrissey No Manchester
Mucho más que una banda tributo, Mexrrissey (o lo que es lo mismo, el mexicano Camilo Lara y amigos) ahonda en la curiosa relación del público latinoamericano con la música del músico inglés. Y lo hace adaptando en clave libre y maravillosa clásicos de la carrera en solitario de Morrissey. !Y qué adaptaciones!
30 The Holiday Crowd The Holiday Crowd
El segundo disco de los canadieneses The Holiday Crowd, editado por Shelflife este mismo mes de diciembre, es la confirmación del grupo. Canciones con fuerza, gancho y pegada, que beben de clásicos, pero que encuentran su lugar a través de eso que llamamos magia.