
Pocas veces coincide un cartel triple en el que morirías por ver a cualquiera de los tres grupos, y el sábado 13, dentro de un mes cargadito de conciertos en nuestra ciudad, ocurrió eso. Escuelas pías suenan a todo aquello que yo necesito escuchar cuando ando perdido entre la melancolía infinita y la fiesta sin fin, Perapertú aúnan mil influencias (la playlist que nos regalaron es el mejor ejemplo) para hacernos bailar ad eternum y Blacanova llevan años formando parte de mi vida. Así que esa noche nos tocó ser puntuales y llegar preparados para la emoción y el dolor. Tan extremo que las cervezas previas, en tan buena compañía que para el próximo concierto seguro que se nos caerá lagrimita recordándolo, se hicieron más necesarias que nunca.

Y la noche comenzó con Escuelas pías, que pudieron repetir y redondear el concierto que la semana anterior se deslució por los problemas técnicos en su actuación dentro del día de la marmota. El ahora dúo (Davis y Cristian son quienes lideran el proyecto actualmente) se dejó acompañar por Marina Gallardo y Paco Blacanova para sacarnos a la superficie todas esas emociones que guardamos bajo nuestro exoesqueleto. Hicieron seis canciones, tres del EP (confeti quedó fuera del setlist) y otras tantas nuevas, que ganaron en intensidad con la presencia de las guitarras de Paco y los sintes de Marina, y nos deja con la incógnita de cuál será el sonido fuera de esta puntual colaboración, ahora que han quedado solo ellos dos en la plantilla oficial. Siguen explorando territorios entre la electricidad synthpop y la fragilidad de parte del sonido Sarah y, sencillamente, siguen siendo la banda nacional que más se acerca a todo aquello que me deja con los vellos de punta ad eternum.

Y la noche, en cuanto a lo que conciertos se refiere, finalizaba con Blacanova, que bordaron un setlist tremendo, donde primó, obviamente, su último disco Regiones devastadas, pero que tuvo el justo recuerdo a sus clásicos históricos, como Los Remedios, Debe ser o la inmensa Bonito agujero. Canciones que me golpeaban en el pecho (literalmente, porque vaya sonido y a qué volumen) como si se tratara de cualquiera de los personajes nacidos de sus canciones, recriminándome algo que no lograba comprender mientras mi cuerpo se llenaba de cardenales que solo desaparecieron cuando el grupo bajó del escenario. Además, le pusieron la guinda perfecta cuando María Asuero subió a tocar la viola para cerrar la colaboración que nació en la grabación del Lp.

Después la fiesta continuó, con las sesiones de Gotricia Pator, Joselito Ramone y La mujer barbuda para que todos nos acordemos de esa noche en la que seres deformes salieron de sus habitaciones y se echaron a la calle para sentirse un poco más humanos, más queridos, más integrados con una realidad que solo causa dolor.
Más fotos de la noche en el flickr de Amaya Granell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.