Chiisakobe, la adaptación que Minetaro Mochizuki ha realizado de una de las novelas del para mí desconocido escritor Shûgorô Yamamoto, es una historia realizada en 43 capítulos y ahora traducida al castellano en 4 tomos. Un relato que, según indica la nota del propio libro, muestra a partir de la obra recogida de Yamamoto una visión de la sociedad japonesa actual, sin perder la base en la que se centra la narrativa original. Y en ella lo que encuentras en cuanto que vas avanzando en su lectura es un intento más que acertado de mostrar ciertas cualidades humanas y un cariño especial por cada uno de los personajes que en él aparecen, que son tratados con el mayor cuidado y respeto.
En mi caso, este acercamiento a Chiisakobee parte del desconocimiento de la novela original y de la obra anterior del dibujante japonés, por lo que no puedo discernir cómo de fiel ha sido a ella y cuánto de la personalidad de Mochizuki y su forma de entender el cómic se encuentra en cada uno de los tomos (o capítulos) que la forman. Lo que sí es cierto es que su narrativa, tanto gráfica como literaria, es inmaculada. El tratamiento de los personajes, de los que aprovecha desde el tono gesticular (muchas veces no es la cara la que aparece en la viñeta, sino unas manos, un movimiento, unos pies andando...) hasta aquello que no llega a mostrar y quedan implícitos (se intuye un pasado complicado de Ritsu sin que se cuente, una vida exitosa de Yuko o todo lo concerniente al viaje de Shigeji, del que solo se esbozan imágenes sueltas), y el ritmo narrativo, aparentemente lento pero magistralmente gestionado para ir ganando en interés al lector a medida que este va avanzando en su lectura (aquí me ha recordado en más de una ocasión al genio de Sofia Coppola a la hora de hacer que las cosas avances casi solas y sin darnos cuenta), son de un gran historietista. Y además en lo gráfico el trabajo es excelente. Usando solo el negro pero con una limpieza y claridad absoluta, hace que descubrir cada una de sus páginas sea un goce estético.
Y finalmente está el mensaje que desprende, en el que se refuerzan los valores más positivos de la persona, como el sacrificio, la bondad y el amor, aunque estos a veces aparezcan disfrazados de hermetismo o tozudez. Pero el tiempo, y la brillante narración de Mochizuki, van situando a cada personaje en el lugar que debe ocupar, hasta rubricarlo con un gran desenlace en los capítulos correspondientes al último tomo.
Chiisakobee ha sido un acercamiento un poco a tientas a este autor con un resultado espectacular, una gran historia, con cierta ingenuidad en parte de la historia que retrata (especialmente en el personaje sumiso de Ritsu, imagino que motivado por el hecho de que el original esté ambientado en un periodo anterior en varios siglos) pero con una gran moraleja y belleza. Además, es tal el nivel gráfico de su autor, que casi te exige recuperar una y otra vez gran parte de sus viñetas solo por el deleite estético. Manolo Domínguez
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