miércoles, 22 de marzo de 2017

jugando a ser plutón, pt. 2 (un repaso tangencial por la discografía de los planetas)

Una semana en el motor de un autobús (1998) Y entonces, conmigo ya totalmente inmerso en la causa, llegó Una semana en el motor de una autobús. Y no es que este disco nos volviera a cambiar la vida, al igual que hiciera Super 8, es que con este álbum prácticamente puedo decir que me hice mayor. Una persona con 20 años no es mayor, ni mucho menos, pero algo cambió. Como cuando la gente tiene hijos o tiene una experiencia que le hace dar un salto en su crecimiento como persona. Eso supuso para mí este disco.

No es que lo comprara el primer día de salida (eso, en una capital de provincia y en la época no era tan fácil) es que previamente (un par de semanas antes, si no recuerdo mal), me fui a comprar el cd single de Segundo Premio. Y claro, llegar a casa y encontrarte la canción de tu vida. El tema que a partir de ese momento citas cuando te preguntan por tu canción favorita. Y la portada que refleja tu situación mejor que ninguna otra. No hay duda de que el trabajo de Javier Aramburu para esta época del grupo es una de sus cimas.

Pero todo esto quedó en nada con la publicación del disco. No vendré a aquí a explicar todo lo que gira alrededor de Una semana en el motor de un autobús. Hay varios libros que lo explican. Varios libros que dan cuenta de todas las circunstancias de estas canciones. De las circunstancias que giraban alrededor de J y compañía. Aunque es curioso que todo eso coincidiera en el año 1998, crucial para Los Planetas, pero también para mí. Un año en el que parece que todo cambia para luego quedar todo igual. O no. Realmente todo cambió. Aunque no me diera cuenta. Javier Ruiz



Unidad de desplazamiento (2000) Unidad de desplazamiento lo tengo con la portada esa que había que abrirla tantas veces que cuando llegabas al disco no recordabas cuál era. Lo compré la semana que salió. Previamente se había publicado el single Un buen día y recuerdo a quien me lo puso por primera vez diciéndome "Ahora que van a sonar en los 40 igual ya no te gustan tanto". Le dio al play al reproductor y cuando terminó no sabía qué decir. Era la mejor canción de toda su discografía. La mejor letra. La mejor melodía. La mejor todo (bueno, no, la mejor portada no). Después sonó en los 40, cierto. Y desapareció lo de los cuatro millones de rayas. Pero me dio igual todo.

El cuarto álbum de Los Planetas suena como un bosque después de la tormenta. Los animales vuelven a resurgir de sus madrigueras y las gotas de agua caen de las hojas hacia el río, sonando como las percusiones del primer disco de Triana. Era tan maduro como un recién titulado yendo por primera vez a su nuevo trabajo. Con corbata y discman. Hay días, algunos, en los que pienso que es el mejor de todos. Son justo esos días en los que no necesito ser el chico raro de la clase que piensa que todo es una mierda menos lo suyo. Días en lo que acepto que los malos van a ganar por goleada y solo queda admitirlo y tratar de salir bien en la foto. Lo mejor posible.

Una cosa curiosa que me ocurre con este disco es algo que siempre comento a conocidos y casi nadie puede evitar mirarme como si fuera un loco con algún tipo de trastorno obsesivo. Unidad de desplazamiento tiene mis 6 segundos preferidos del pop nacional. Los que van del 2m44s al 2m50s de Maniobra de evasión. Y también el salto al infinito de J como letrista. Capaz de llegar más alto que en ese Los Planetas vs las drogas que es Una semana en el motor de un autobús. Dos detalles de los que uno se va dando cuenta poco a poco, mañana tras mañana escuchándolo con los cascos en el autobús camino de la oficina. Manolo Domínguez

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