
Pero lo hermoso, lo brillante de todo esto, es que nada ha venido desde el inmovilismo. Lekman trasladó su vivienda a Australia hace años y, desde entonces, ha hecho cosas como ejercer de músico en bodas (en una entrevista confesó hace poco que es una de las cosas más emocionantes que ha realizado nunca), involucrarse en el proyecto Ghostwriting desde su diario, en el que componía temas inspiradas en textos que le iban enviando los fans, publicar durante un año (2015) una nueva canción por semana o sorprendernos en 2012 con un álbum más oscuro, personal e introspectivo. Y, ahora en 2017, ha recobrado el espíritu previo a I know what love isn't y vuelve al sonido de vacaciones en el mar, a los detalles tropicales en sus canciones, a los sampleados y a ese modo de entender la música que sublimó en 2007 con Night falls over Kortedala. Pero vuelve sin repetirse. No estamos ante un disco rácano de recursos que recurre a lo ya aprendido para salir del paso. En Life will see you now hay vestigios de lo anterior pero también nuevas pistas (el punto disco de Evening prayer, los destellos italo de How we meet, the long version o el cada vez más depurado control de la voz de Lekman, que sabe estar a la altura cuando toca ponerse tierno o cuando se entrega a la fiesta). Y, sobre todo, hay grandes canciones. Canciones magníficas, que hacen que tengamos que pensárnoslo muy bien para decidir nuestro disco preferido de su carrera. O, mejor aún, que nos anima a volver a sumar sin restar. Manolo Domínguez
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