miércoles, 28 de enero de 2015

tulsa, la calma chicha (2015)

No sabría explicar los diferentes motivos que hacen que un disco te llegue o no. Que en un momento concreto,  las canciones que contiene te toquen por dentro.
En los casos en los que sigues al grupo y eres simpatizante, eso se hace mucho más fácil. Estás predispuesto a su manera de hacer, y en mi caso (siempre fiel y obsesionado con lo que me gusta), muy mal lo tienen que hacer para no seguir disfruntando de sus discos. De estos últimos se me ocurren mil ejemplos, que después de llevar ya un tiempo por aquí seguro que os los imagináis. 
Lo emocionante viene cuando, fuera de tus parámetros, algo nuevo te alcanza. La calma chicha no es, ni mucho menos, el primer disco de Tulsa. Pero yo era ajeno e ignorante a su propuesta. 

Por más que intento descifrar las razones que me han llevado a no poder parar de escuchar este disco durante los últimos días, no las encuentro. Y creo que la búsqueda es en vano. Sería más fácil encontrar el verdadero significado de la vida que eso. Pero da lo mismo. Le doy al play otra vez. 


La calma chicha contiene varias de las canciones más bonitas que he escuchado en los últimos meses. Oda al amor efímero es una preciosidad, que como su nombre indica, canta a a esa clase de amor, al amor en todo su significado al fin y al cabo. La voz rota de Miren Iza, al contrario de lo que podría parecer, dota de dulzura y ternura a unas canciones ya de por sí delicadas, que a lo largo de todo el disco discurren con un tono taciturno.

Gente común, En tu corazón solo hay sitio en los suburbios o Los amantes del puente son otros aciertos absolutos del álbum. Canciones que lo apuestan todo a la carta de la sinceridad, de la verdad, y acaban ganando.
Nueve canciones que dan calor en este invierno, que parece el sitio más triste del mundo.




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