Cuando le pregunté a Marco A. Maril si había alguna posibilidad de hacer alguna cosa con su nuevo disco en este blog tan de andar por casa, jamás pensé que todo esto acabará así. De esta manera.
Y no, no quiero recurrir otra vez a la emoción (de tanto usarla al final le voy a quitar el gran significado que tiene). Pero es que yo no concibo la vida, y por tanto todo lo que la rodea, sin ella. No sé implicarme en las cosas si no hay componente emocional. No vale la pena. Si no existe esa coartada es que eso no tiene sentido.
Por eso, tras recibir el texto que Marco ha escrito he podido comprobar que él se rige por los mismos principios. Aunque claro, eso ya lo habíamos podido comprobar a lo largo y ancho de su discografía, ya bastante extensa.
Por todo esto, me siento muy afortunado por poder sacar a la luz este texto tan bonito.
Muchísimas gracias (infinitas) a Marco.
Esto es un recorrido de la discografía de Apenino visto a través de las portadas y el diseño que han acompañado esas fabulosas canciones. Espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo.
"Siempre he entendido un disco (al menos hasta la llegada de la era digital) como una colaboración entre un músico y un ilustrador. Una vez que el objeto físico alcanza nuestras manos, empieza a operar la magia. Una magia sonora... pero también visual. Y yo me considero bastante afortunado por haber contado para cada uno de mis trabajos, con la ayuda de grandes ilustradores, que siempre han sabido plasmar mi música de la mejor manera.
Cuando yo empezaba a comprar música, el vinilo aún era el formato dominante. Discos con portadas gigantes, sugerentes obras de arte que en algunos casos te hacían sentir como si estuvieras en posesión de un cuadro. Además, estaban esas pequeñas golosinas de 7'', que siempre han sido mi debilidad, y a las que, los más acertados diseños, convertían en joyas propias de Tiffany.
Con la llegada del cd, reconozco que esa magia se perdió un poco. Salvo en el caso concreto de los digipacks, siempre he visto el cd como un formato feo, sin personalidad. En ellos resulta muy difícil apreciar la belleza de las portadas y, en ese sentido, creo que durante los años de su reinado, nos ha robado un pedacito de fantasía. No lloraré por él.
Aun así, los grandes diseñadores se las ingeniaron para sorprendernos con sus creaciones. Y ahí es donde tiene sentido este pequeño repaso a las portadas de mis discos, de las que siempre llevaré una espina clavada por no saber cómo habrían lucido en un cartón de 12''
Primeramente, quiero aclarar que yo nunca he tenido nada que ver con el resultado de mis cubiertas, más allá de crear las canciones que cobijan. Mi papel siempre ha sido el de desvelar a cada ilustrador los entresijos de mis canciones, explicarles los motivos y ciertas curiosidades intrínsecas a la creación de las mismas. Más allá de eso, he hecho siempre todo lo posible para que cada uno se expresara con total libertad. Que dieran rienda suelta a sus imaginaciones y que pudieran construir algo propio, sin ningún tipo de ataduras o reglas. Por eso, si hablamos de la suerte que he tenido siempre con la calidad de mis portadas, quiero dejar claro que el mérito nunca ha sido mío. Nunca he tenido nada que ver... y, sin embargo, creo que puedo estar muy contento con el resultado.
Javier Aramburu. Con el que empecé a trabajar ya en la época de Dar Fulful ("El artista adolescente") y fue el encargado de ilustrar mis primeras portadas. Por mucho que quisiera alabar su talento y describir la importancia que han tenido sus diseños en nuestro país, siempre me quedaría corto. Personalmente, le echo mucho de menos. La complicidad con él era algo muy especial, nuestras conversaciones siempre desvelaban puntos ocultos (para mi) de mi trabajo. En cierto sentido, podría confesar que se trataba casi de una especie de consejero y disfrutaba mucho de esos esporádicos encuentros, siempre tan reveladores.
De "La hora azul", mi disco de presentación, recuerdo que fue en el mes de agosto cuando empezamos las conversaciones y, en uno de esos fines de semana, me desveló que había vuelto a coger sus lápices. Me contaba que hacía tiempo que no recurría a ellos, que no empleaba esa técnica y que había disfrutado mucho con ello. Del resultado hemos disfrutado el resto.
Un año después vino "Bumerán, bumerán", mi primer larga duración. Y volvieron las conversaciones. Además de las lecturas de Murakami, que dieron pie al título del disco, en aquellos tiempos yo estaba muy enfrascado en la obra de Chillida y, a raíz de un libro que recopilaba parte de su correspondencia con otros creadores, llegué a una obra fundamental para el escultor vasco: "El zen en el arte del tiro con arco", de Eugene Herrigel. Aquel libro fue el que inspiró la canción "El deseo tuerce la flecha" y, curiosamente, resultaba ser también (para mi sorpresa) un libro importante para Javier. Magia... y volvió a entregarme otra portada brillante. Delicada y directa al corazón. A mi corazón... seguro, y que nunca podía imaginar que fuera ya la última de las suyas para mi.
Cuando me entero de que Javier decide aparcar definitivamente su faceta como ilustrador de portadas, para dedicarse de lleno a su obra pictórica, se apoderó de mi un vertiginoso estado de confusión. Una cierta sensación de orfandad porque, hasta entonces, no concebía entregar esa parte de mis discos a otra persona. Sensación que se mezclaba con gran dosis de alegría y felicidad al contemplar que Javier, por fin, se atrevía a dar un paso tan importante y deseado por él.
(pincha en las portadas para verlas con más detalle)
Fernando Vicente. Tres años después, cuando había terminado mi segundo larga duración ("Un rayo de sol") se me hacía duro afrontar la situación de encontrar un sustituto para Javier Aramburu... y una gran dosis de fortuna propició que en mi camino se cruzara uno de los mayores ilustradores de este país. Por mediación de Nacho Olivares, miembro de Lou Anne y diseñador, Fernando Vicente había entrado en contacto con Jabalina en las Navidades del 2006. Suya fue la preciosa portada que acompañó, aquel año, el recopilatorio navideño del sello.
Ahí se me encendieron todas las alarmas. Yo era un gran seguidor de su trabajo y, curiosamente, sabía que también era muy apreciado por Aramburu. Le comenté a Tanis (responsable de Jabalina) lo mucho que me gustaría contar con Fernando para mi nuevo disco y la maquinaria se puso en marcha. Un sueño. Un honor.
En colaboración con Nacho Olivares como diseñador, Fernando Vicente se sacó de la manga al "chicho de la camiseta a rayas". En palabras del propio Fernando, el chico de la portada vendría a ser yo mismo, pero como él no tenía mucha documentación mía, resultó ser más bien una representación idealizada. "La anécdota de la portada", dice Fernando, "es que el dibujo y el diseño era en principio en esos grises azulados que yo me hago, pero Nacho Olivares se lo llevó (con mi consentimiento) al marrón, donde él se encontraba más agusto".
Hoy en día, además de presumir por tener una portada de Fernando Vicente, tengo también la suerte de que, cada mes de Diciembre, aterriza en mi casa una postal navideña con alguna de sus deliciosas pin-ups. Tesoros.
María Castelló y Jesús Galvañ. En los años siguientes, fuimos testigos de como el vinilo volvía tímidamente a nuestras vidas y Jabalina preparó un par de colecciones de 7''. En ambos casos los encargados de elaborar las portadas fueron elegidos por el propio sello, sin embargo la forma de operar en cada ocasión fue distinta.
De la colección "Jabalina Love Songs" se hizo cargo María Castelló en la ilustración y Marina Gómez en el diseño. No conocía a María, pero en cuanto vi algunos de sus trabajos me encantaron y caí rendido. Sabía que sería un acierto. Se acercaba mucho a trabajos de ilustradores que yo admiraba, especialmente a Adriane Tomine , del que guardo con especial cariño (al margen de sus comics) su exquisita portada para el "It's love" de las Softies.
En la segunda colección de sencillos, dediqué mi entrega al baloncesto y el sello eligió a Jesús Galvañ como diseñador para todo el conjunto. La idea era que yo le enviara una foto y Jesús trabajaría sobre ella. Aquí entra en juego la artista italiana Monica Mura, responsable del fotomontaje del ukelele y la pelota de baloncesto. Esta fue la única ocasión en la que sí aporté la idea de partida, pero la magia la pusieron Jesús y Monica.
Conocía bien a Guillermo desde hace muchos años, por admirar yo su trabajo y porque, como Apenino, siempre he notado muy cerca su presencia. Viéndole en muchos de mis conciertos, siguiendo muy de cerca mi carrera... hasta el punto de que, cuando había sacado "Bumerán, bumerán", me organizó, junto a Javier Becerra, una mini gira gallega que sigue bien fresca en mi recuerdo. Me hacía mucha ilusión que fuera él quien ilustrara mis canciones.
De "Viravolta" me gusta mucho la portada y los colores que ha elegido Guille, pero reconozco tener especial debilidad por la chica con la espalda desnuda que aparece en la contraportada. Este tipo de detalles me parecen fascinantes y dan buena cuenta del cuidado y delicadeza de su trabajo. Top chef.
Como curiosidad, os contaré que hace unos días, en una entrevista, me preguntaban si la carta astral que aparece en la cubierta era la mía o había sido escogida al azar. Yo, muy seguro, dije que no. Básicamente porque Guille y yo no habíamos tratado ese tema de manera especial. Pero al finalizar, caí en la cuenta de un detalle: Guille y yo cumplimos años el mismo día... y, entonces, me asaltó la duda. Y con la duda os dejo. Magia y misterio.
Y recordad, todos los aciertos que han tenido los autores de mis portadas han sido siempre exclusivamente suyos, fruto de su talento. Yo, pasaba por allí."
Y no, no quiero recurrir otra vez a la emoción (de tanto usarla al final le voy a quitar el gran significado que tiene). Pero es que yo no concibo la vida, y por tanto todo lo que la rodea, sin ella. No sé implicarme en las cosas si no hay componente emocional. No vale la pena. Si no existe esa coartada es que eso no tiene sentido.
Por eso, tras recibir el texto que Marco ha escrito he podido comprobar que él se rige por los mismos principios. Aunque claro, eso ya lo habíamos podido comprobar a lo largo y ancho de su discografía, ya bastante extensa.
Por todo esto, me siento muy afortunado por poder sacar a la luz este texto tan bonito.
Muchísimas gracias (infinitas) a Marco.
Esto es un recorrido de la discografía de Apenino visto a través de las portadas y el diseño que han acompañado esas fabulosas canciones. Espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo.
"Siempre he entendido un disco (al menos hasta la llegada de la era digital) como una colaboración entre un músico y un ilustrador. Una vez que el objeto físico alcanza nuestras manos, empieza a operar la magia. Una magia sonora... pero también visual. Y yo me considero bastante afortunado por haber contado para cada uno de mis trabajos, con la ayuda de grandes ilustradores, que siempre han sabido plasmar mi música de la mejor manera.
Cuando yo empezaba a comprar música, el vinilo aún era el formato dominante. Discos con portadas gigantes, sugerentes obras de arte que en algunos casos te hacían sentir como si estuvieras en posesión de un cuadro. Además, estaban esas pequeñas golosinas de 7'', que siempre han sido mi debilidad, y a las que, los más acertados diseños, convertían en joyas propias de Tiffany.
Con la llegada del cd, reconozco que esa magia se perdió un poco. Salvo en el caso concreto de los digipacks, siempre he visto el cd como un formato feo, sin personalidad. En ellos resulta muy difícil apreciar la belleza de las portadas y, en ese sentido, creo que durante los años de su reinado, nos ha robado un pedacito de fantasía. No lloraré por él.
Aun así, los grandes diseñadores se las ingeniaron para sorprendernos con sus creaciones. Y ahí es donde tiene sentido este pequeño repaso a las portadas de mis discos, de las que siempre llevaré una espina clavada por no saber cómo habrían lucido en un cartón de 12''
Primeramente, quiero aclarar que yo nunca he tenido nada que ver con el resultado de mis cubiertas, más allá de crear las canciones que cobijan. Mi papel siempre ha sido el de desvelar a cada ilustrador los entresijos de mis canciones, explicarles los motivos y ciertas curiosidades intrínsecas a la creación de las mismas. Más allá de eso, he hecho siempre todo lo posible para que cada uno se expresara con total libertad. Que dieran rienda suelta a sus imaginaciones y que pudieran construir algo propio, sin ningún tipo de ataduras o reglas. Por eso, si hablamos de la suerte que he tenido siempre con la calidad de mis portadas, quiero dejar claro que el mérito nunca ha sido mío. Nunca he tenido nada que ver... y, sin embargo, creo que puedo estar muy contento con el resultado.
Javier Aramburu. Con el que empecé a trabajar ya en la época de Dar Fulful ("El artista adolescente") y fue el encargado de ilustrar mis primeras portadas. Por mucho que quisiera alabar su talento y describir la importancia que han tenido sus diseños en nuestro país, siempre me quedaría corto. Personalmente, le echo mucho de menos. La complicidad con él era algo muy especial, nuestras conversaciones siempre desvelaban puntos ocultos (para mi) de mi trabajo. En cierto sentido, podría confesar que se trataba casi de una especie de consejero y disfrutaba mucho de esos esporádicos encuentros, siempre tan reveladores.
De "La hora azul", mi disco de presentación, recuerdo que fue en el mes de agosto cuando empezamos las conversaciones y, en uno de esos fines de semana, me desveló que había vuelto a coger sus lápices. Me contaba que hacía tiempo que no recurría a ellos, que no empleaba esa técnica y que había disfrutado mucho con ello. Del resultado hemos disfrutado el resto.
Un año después vino "Bumerán, bumerán", mi primer larga duración. Y volvieron las conversaciones. Además de las lecturas de Murakami, que dieron pie al título del disco, en aquellos tiempos yo estaba muy enfrascado en la obra de Chillida y, a raíz de un libro que recopilaba parte de su correspondencia con otros creadores, llegué a una obra fundamental para el escultor vasco: "El zen en el arte del tiro con arco", de Eugene Herrigel. Aquel libro fue el que inspiró la canción "El deseo tuerce la flecha" y, curiosamente, resultaba ser también (para mi sorpresa) un libro importante para Javier. Magia... y volvió a entregarme otra portada brillante. Delicada y directa al corazón. A mi corazón... seguro, y que nunca podía imaginar que fuera ya la última de las suyas para mi.
Cuando me entero de que Javier decide aparcar definitivamente su faceta como ilustrador de portadas, para dedicarse de lleno a su obra pictórica, se apoderó de mi un vertiginoso estado de confusión. Una cierta sensación de orfandad porque, hasta entonces, no concebía entregar esa parte de mis discos a otra persona. Sensación que se mezclaba con gran dosis de alegría y felicidad al contemplar que Javier, por fin, se atrevía a dar un paso tan importante y deseado por él.
(pincha en las portadas para verlas con más detalle)
Fernando Vicente. Tres años después, cuando había terminado mi segundo larga duración ("Un rayo de sol") se me hacía duro afrontar la situación de encontrar un sustituto para Javier Aramburu... y una gran dosis de fortuna propició que en mi camino se cruzara uno de los mayores ilustradores de este país. Por mediación de Nacho Olivares, miembro de Lou Anne y diseñador, Fernando Vicente había entrado en contacto con Jabalina en las Navidades del 2006. Suya fue la preciosa portada que acompañó, aquel año, el recopilatorio navideño del sello.
Ahí se me encendieron todas las alarmas. Yo era un gran seguidor de su trabajo y, curiosamente, sabía que también era muy apreciado por Aramburu. Le comenté a Tanis (responsable de Jabalina) lo mucho que me gustaría contar con Fernando para mi nuevo disco y la maquinaria se puso en marcha. Un sueño. Un honor.
En colaboración con Nacho Olivares como diseñador, Fernando Vicente se sacó de la manga al "chicho de la camiseta a rayas". En palabras del propio Fernando, el chico de la portada vendría a ser yo mismo, pero como él no tenía mucha documentación mía, resultó ser más bien una representación idealizada. "La anécdota de la portada", dice Fernando, "es que el dibujo y el diseño era en principio en esos grises azulados que yo me hago, pero Nacho Olivares se lo llevó (con mi consentimiento) al marrón, donde él se encontraba más agusto".
Hoy en día, además de presumir por tener una portada de Fernando Vicente, tengo también la suerte de que, cada mes de Diciembre, aterriza en mi casa una postal navideña con alguna de sus deliciosas pin-ups. Tesoros.
María Castelló y Jesús Galvañ. En los años siguientes, fuimos testigos de como el vinilo volvía tímidamente a nuestras vidas y Jabalina preparó un par de colecciones de 7''. En ambos casos los encargados de elaborar las portadas fueron elegidos por el propio sello, sin embargo la forma de operar en cada ocasión fue distinta.
De la colección "Jabalina Love Songs" se hizo cargo María Castelló en la ilustración y Marina Gómez en el diseño. No conocía a María, pero en cuanto vi algunos de sus trabajos me encantaron y caí rendido. Sabía que sería un acierto. Se acercaba mucho a trabajos de ilustradores que yo admiraba, especialmente a Adriane Tomine , del que guardo con especial cariño (al margen de sus comics) su exquisita portada para el "It's love" de las Softies.
En la segunda colección de sencillos, dediqué mi entrega al baloncesto y el sello eligió a Jesús Galvañ como diseñador para todo el conjunto. La idea era que yo le enviara una foto y Jesús trabajaría sobre ella. Aquí entra en juego la artista italiana Monica Mura, responsable del fotomontaje del ukelele y la pelota de baloncesto. Esta fue la única ocasión en la que sí aporté la idea de partida, pero la magia la pusieron Jesús y Monica.
Guillermo Arias. El cd sigue en su camino hacia la extinción y los sellos vuelven a apostar para sus ediciones físicas por el vinilo, casi exclusivamente. En ese contexto, el actual, aterriza "Viravolta", para el que se eligió el formato de vinilo de 10''. En esta ocasión, tras su exquisita portada para el disco de "Bassmatti & Vidaur", Guillermo Arias es el elegido. El método, el habitual, explicaciones del por qué de mis canciones... y vía libre.
Conocía bien a Guillermo desde hace muchos años, por admirar yo su trabajo y porque, como Apenino, siempre he notado muy cerca su presencia. Viéndole en muchos de mis conciertos, siguiendo muy de cerca mi carrera... hasta el punto de que, cuando había sacado "Bumerán, bumerán", me organizó, junto a Javier Becerra, una mini gira gallega que sigue bien fresca en mi recuerdo. Me hacía mucha ilusión que fuera él quien ilustrara mis canciones.
De "Viravolta" me gusta mucho la portada y los colores que ha elegido Guille, pero reconozco tener especial debilidad por la chica con la espalda desnuda que aparece en la contraportada. Este tipo de detalles me parecen fascinantes y dan buena cuenta del cuidado y delicadeza de su trabajo. Top chef.
Como curiosidad, os contaré que hace unos días, en una entrevista, me preguntaban si la carta astral que aparece en la cubierta era la mía o había sido escogida al azar. Yo, muy seguro, dije que no. Básicamente porque Guille y yo no habíamos tratado ese tema de manera especial. Pero al finalizar, caí en la cuenta de un detalle: Guille y yo cumplimos años el mismo día... y, entonces, me asaltó la duda. Y con la duda os dejo. Magia y misterio.
Y recordad, todos los aciertos que han tenido los autores de mis portadas han sido siempre exclusivamente suyos, fruto de su talento. Yo, pasaba por allí."
Gracias a ti, ha sido un placer enorme.
ResponderEliminarMarco
Precioso!
ResponderEliminar