jueves, 4 de agosto de 2016

pet shopera: pet shop boys en la royal opera house, 21 de julio de 2016 por franboyant

Algo por lo que no había apostado nunca es en comprar unas entradas a medio año vista. Tampoco un concierto me había animado nunca lo suficiente como para tener que coger un avión para acercarme. Lo que sí que había pasado varias veces era el lamentarme por no haber tenido esa iniciativa, como me apenó el perderme la vuelta a los escenarios de Kate Bush, o los Sparks recordando íntegra su carrera. Así que cuando Pet Shop Boys anunciaron una serie de conciertos únicos en “marco incomparable”, en unas horas tenía organizado el viaje, a sordas, porque el último disco tardó varios meses en salir.
Llegué a Londres todavía con la incertidumbre de si iban a cubrir mis expectativas, y con cierta angustia de tal vez haberme precipitado. Nos recibieron las ratas del metro, descendientes de las del vídeo de Home and dry, nada podía salir mal. La Royal Opera House es espectacular, construida originalmente en el siglo XVIII y con varias reformas y reconstrucciones totales a su espalda. Ese día, el miércoles 21, coincidimos al menos 6 personas de las que les vimos el año pasado en Badajoz.
Como no conocía el sitio, y las entradas volaban el día que se pusieron a la venta, me arriesgué a elegir localidades en uno de los balcones, y desde ahí vimos cómo se abría el telón.

Todo el público estaba respetuosamente sentado en sus asientos numerados, era obvio que en algún momento se acabaría con el protocolo, aproximadamente a los 10 segundos de Inner sanctum, la canción con la que empezaron. West End Girls sonó con sus arreglos originales, y la estrofa extra, e inmediatamente fueron intercalando piezas del último disco, como The pop kids, The dictator decides y Burn, que funcionan bastante bien, con las grandes canciones de siempre, a las que han añadido una de mis favoritas: In the night.



La escenografía, como era de esperar, fue espectacular. Diferentes círculos van apareciendo según una canción pasa a otra: escenarios esféricos, luces en circunferencias, globos gigantescos, sombreros pelota...
Cerca del final empecé a recordar las dos últimas giras, y me supo a poco lo que estaba sucediendo entonces en el escenario, pero enseguida remontaron con algo que creo que no podrán llevar en la gira: el tablado se llenó incontables bailarines en trajes hinchables que llevaban a cabo las coreografías que les permitían llevar a cabo los disfraces de luchador de sumo a punto de explotar.


Neil y Chris se acompañaron de teclistas, percusionistas, cantantes y bailarines. Una de sus músicos fue la que arrancó mi  momento musical favorito: las primeras notas de violín de Love is a bourgeois construct.

¿Que si mereció la pena?. Absolutamente sí. Franboyant

1 comentario:

  1. Claro que mereció la pena! Solo ir ver a ese público entregado y literalmente emocionado con los ojos humedecidos por los efectos especiales?. Nooooo, por el momento inolvidable que estábamos viviendo.

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