Comenzamos el especial sobre Parade en un marino en la orilla. Lo primero que haremos es un repaso a toda la discografía de Antonio Galvañ, a modo de dos discos por entrada. Lo inicia Manolo con los comentarios del primer ep y primer disco. Cojan asiento, comenzamos.
Una actuación en las fiestas de viaje a los sueños polares junto a Bis y Saint Etienne, retransmitida en el programa de los cuarenta principales, fue mi primer contacto con Parade. Un concierto grabado en una cinta TDK que sonó cientos de veces en mi casa antes de comprar ninguno de sus discos. Después llegó Consecuencias de un mal uso de la electricidad y, poco después, su disco de debut. Un ejercicio de descubrimiento inverso pero igual de emocionante. Porque da igual si llegas antes al niño zombi o a Eduardo Manostijeras, si entras antes en La casa azul o en el asteriode, si descubres antes que jamás serás feliz o que vives dentro de un exoesqueleto. El nivel de identificación con la música de Antonio Galvañ y con su universo es parecido, absoluto.
Sin embargo, creo que para Antonio los discos no deben ser iguales. Aunque en ambos aún se encontraba en proceso de expansión musical, cerrado en un pop electrónico de belleza exquisita, este primer álbum parece más reposado, más de dormitorio, más intimista. Cielo, En mi jardín, Metaluna, Sin Eduardo, Serpentina o Radiante estrellabrillante Smith, por poner solo unos ejemplos de un disco precioso de principio a fin, se pasean por nuestras cabezas con una delicadeza exquisita, como cuando estás durmiendo, se te acercan de puntillas, te dan un beso y se marchan para no molestar. O se quedan mirando pero tratando de no despertarte. Las canciones de este disco son justo esa sensación de tener a tu lado a alguien que no entiendes cómo ha podido entrar en tu vida, que crees que no te lo mereces, pero que, por alguna razón que desconoces, se sienten felices a tu lado, tanto como tú al verle junto a ti. Sí, algo tan cursi como el amor, supongo. (manolo)
Parade, spicnic, 1998
Sin embargo, creo que para Antonio los discos no deben ser iguales. Aunque en ambos aún se encontraba en proceso de expansión musical, cerrado en un pop electrónico de belleza exquisita, este primer álbum parece más reposado, más de dormitorio, más intimista. Cielo, En mi jardín, Metaluna, Sin Eduardo, Serpentina o Radiante estrellabrillante Smith, por poner solo unos ejemplos de un disco precioso de principio a fin, se pasean por nuestras cabezas con una delicadeza exquisita, como cuando estás durmiendo, se te acercan de puntillas, te dan un beso y se marchan para no molestar. O se quedan mirando pero tratando de no despertarte. Las canciones de este disco son justo esa sensación de tener a tu lado a alguien que no entiendes cómo ha podido entrar en tu vida, que crees que no te lo mereces, pero que, por alguna razón que desconoces, se sienten felices a tu lado, tanto como tú al verle junto a ti. Sí, algo tan cursi como el amor, supongo. (manolo)
Metaluna, spicnic, 1999
Creo recordar, no puedo comprobarlo porque ya no tengo reproductor de cassette en casa, que la versión de metaluna del concierto de viaje a los sueños polares es la de este ep, metaluna moroder. Así que me atrevería a decir que el cd entró en casa antes de cuando lo hizo en realidad. Un cd que resumen en una sola canción todo el universo Parade: Gagarin en Calabuch. Las estrellas, el cielo, el espacio, la imaginación, frente a lo terrenal, lo tradicional, el pueblo de la película de Luis García Berlanga. Una historia de astronautas solitarios perdidos en un pueblo donde el tiempo que se congeló en un celuloide.
Y después esa maravilla que reincide en el universo Blade Runner, construye a tus amigos, una de las más bellas canciones de toda la discografía de Parade, delicada y emotiva, junto al guiño a los musicales que es Yo fui un poltergeist adolescente, justo antes de cerrarse con un bonus track al que yo le encuentro raices orientales, pero que no tengo situado. Cuatro canciones que siguen demostrando que tras el nombre de Parade hay algo muy importante. (manolo)
Y después esa maravilla que reincide en el universo Blade Runner, construye a tus amigos, una de las más bellas canciones de toda la discografía de Parade, delicada y emotiva, junto al guiño a los musicales que es Yo fui un poltergeist adolescente, justo antes de cerrarse con un bonus track al que yo le encuentro raices orientales, pero que no tengo situado. Cuatro canciones que siguen demostrando que tras el nombre de Parade hay algo muy importante. (manolo)
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