martes, 15 de marzo de 2016

david cordero, icas (sevilla) 11-mar

Por el ICAS pasarán/están pasando algunas propuestas que suelen tener difícil cabida en salas más convencionales. De la mezcla de videoarte y música de Cristina Busto con los miembros de la banda Fasenuova a las experimentaciones audiovisuales de Música Prepost, todas las actuaciones del ciclo SHOWCASe tienen como nexo común la combinación de diferentes corrientes artísticas. Y de todas, quizás aquella en la que lo musical tenía más relevancia podría ser la del pasado viernes, donde David Cordero, acompañado por Marco Serrato, Moisés Alcántara, Gustavo Domínguez y Nacho García, presentaba en directo su último proyecto, El rumor del oleaje.



La fotografía la robó Federico Calderón con su flamante iphone.

David no suele prodigarse excesivamente en directo, sus apariciones son contadas y celebradas, y además falté a la última interesante cita sevillana (dentro del festival de cine, donde puso música en directo a varias películas mudas), por lo que el anuncio de este concierto me llenó de inquietud y expectación. Pero trasladar la música de David (y más la de sus últimos trabajos) del estudio a un escenario no me parecía nada sencillo, y junto al nerviosismo albergaba cierta preocupación porque el experimento no resultara (por ejemplo, con alguien tan importante musicalmente para mí como es Fennesz me llevé una pequeña desilusión hace algunos años). Una preocupación que rápidamente fue desapareciendo.

El rumor del oleaje me parece un disco muy reflexivo, tanto como lo podría ser un paseo por una playa vacía fuera del periodo estival. Un álbum que parece el epílogo de Hasta que la soledad nos separe, la despedida de David como Úrsula para empezar a trabajar con su propio nombre, o el prólogo de todo lo que está por venir. Por eso me pareció curioso que para estrenarlo en directo se hiciera arropar de hasta cuatro músicos/amigos, quizás para huir un poco de esa sensación de encontrarse solo, o al menos ausente, que tienen las siete piezas del cd. Y lo cierto es que la idea funcionó a la maravilla. El poderse acompañar por dos vientos (trompa y clarinete) y un contrabajo le dió un aire más orgánico a las interpretaciones, aunque solo fuera por la presencia de los músicos sobre el escenario (que obviamente no fue solo eso). Algo que no hubiera sido posible de haber tenido que utilizar las pistas grabadas. Y que estén otros dos para teclados y programaciones (tras las mesas le acompaña Nacho García) le da una libertad a David, para coger la guitarra cuando corresponde, dirigir al resto del grupo o, sencillamente, sentirse más libre mientras disfruta de la puesta en directo de su proyecto, de la que no podría disponer de otro modo. Y todo esto, unido a la belleza de lo que tenían entre manos, hizo del concierto algo realmente emocionante. Incluso más emocionante, me atrevería a decir, que la primera vez que escuché las canciones en el disco.

La actuación, que quedaba estrictamente enmarcada en el objetivo de llevar al directo El rumor del oleaje, fue algo corta pero tan arrebatadamente bella que solo eché en falta que se hubiera alargado el loop con las imágenes de la Punta del Boquerón mientras las canciones se estiraban hacia el horizonte. Algo así como un Sleep (el último proyecto de Max Richter de más de 8 horas de música) guiado por un ciclo de marea. Por qué no iba a poder ser posible.

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