Con los discos me pasan varias cosas:
1. Me entusiasman. Me vuelvo loco con ellos y no puedo dejar de escucharlos ni un momento. Mi cabeza solo piensa en ellos y en esos momentos no me interesa nada más que no sea ese disco.
2. Me gustan. Sin entusiasmarme, me gustan sus canciones, pero no tengo esa necesidad anímica de escucharlos el resto de mi vida.
3. Me dejan indiferente. Ni fu ni fa. Pasan sin pena ni gloria por mi vida. Sin rastro. Ni una huella mental.
Pero lo que me ha pasado con este disco no me había pasado nunca. From sleep ha supuesto tantas cosas ante mi manera de enfrentarme a la música que no sabía como afrontar estas líneas.
Max Richter era un total desconocido para mí. Como en muchos otros casos, este ha sido un disco que Manolo me ha descubierto. Simplemente lo escuché porque él me lo recomendó.
Y ante la primera escucha, la inmesidad. La inmesidad de contemplar el mar por primera vez. Para encontrar un símil que le haga justicia. La imposibilidad de reacción ante tal manera de plasmar la belleza.
Porque discos como este, que me dejan sin palabras, me cuestionan, y quieren ampliar mis estrechas miras, he encontrado pocos. Pocos con esas melodías, con esos pianos, con esas voces que vienen de más allá de la luna retratada en la portada, con esas cuerdas que paralizan el momento. Cualquier momento.
Porque hay acontecimientos en una vida que marcan un antes y un después. Puede ser cualquier cosa, una alegría, una perdida, una persona, o un disco. Este disco ha marcado uno de esos acontecimientos en mi vida.
1. Me entusiasman. Me vuelvo loco con ellos y no puedo dejar de escucharlos ni un momento. Mi cabeza solo piensa en ellos y en esos momentos no me interesa nada más que no sea ese disco.
2. Me gustan. Sin entusiasmarme, me gustan sus canciones, pero no tengo esa necesidad anímica de escucharlos el resto de mi vida.
3. Me dejan indiferente. Ni fu ni fa. Pasan sin pena ni gloria por mi vida. Sin rastro. Ni una huella mental.
Pero lo que me ha pasado con este disco no me había pasado nunca. From sleep ha supuesto tantas cosas ante mi manera de enfrentarme a la música que no sabía como afrontar estas líneas.
Max Richter era un total desconocido para mí. Como en muchos otros casos, este ha sido un disco que Manolo me ha descubierto. Simplemente lo escuché porque él me lo recomendó.
Y ante la primera escucha, la inmesidad. La inmesidad de contemplar el mar por primera vez. Para encontrar un símil que le haga justicia. La imposibilidad de reacción ante tal manera de plasmar la belleza.
Porque discos como este, que me dejan sin palabras, me cuestionan, y quieren ampliar mis estrechas miras, he encontrado pocos. Pocos con esas melodías, con esos pianos, con esas voces que vienen de más allá de la luna retratada en la portada, con esas cuerdas que paralizan el momento. Cualquier momento.
Porque hay acontecimientos en una vida que marcan un antes y un después. Puede ser cualquier cosa, una alegría, una perdida, una persona, o un disco. Este disco ha marcado uno de esos acontecimientos en mi vida.
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