domingo, 25 de octubre de 2015

fangoria, una temporada en el infierno (1999)

Hubo un tiempo, hace algunos años, en el que Fangoria publicaban grandísimos discos. Un tiempo en el que todavía no estaban encerrados en su universo de planetas, satélites (cada es vez es más confuso diferenciar quién es quién) y autocomplacencia. Pero todo eso comenzaría con la publicación de El extraño viaje y continuaría con Absolutamente (a todas luces, sus dos discos más flojos), años más tarde de entregar algunos de sus mejores discos.
Valga decir que con Cuatricromía recuperaron terreno, aunque también sería justo comentar que se podía encontrar alguna muestra (por pequeña que fuese) de esperanza durante esos años de oscuridad.

Al igual que el resto de su discografía (solo queda pendiente Naturaleza muerta), recientemente se ha publicado en vinilo Una temporada en el infierno, posiblemente, su mejor disco. Se ha publicado en un vinilo naranja, y es una ocasión perfecta para recuperarlo y volver a caer rendido a él.

En una temporada en el infierno todo es superlativo, desde el concepto al diseño (de J. Aramburu, claro), desde el tono a las canciones. El tono que aquí mostraron, no lo hemos vuelto a ver, para bien o para mal. Estamos hablando de una de las obras clave del pop de los 90, donde cada canción vale un mundo. El hilo conductor es la autoafirmación, la autoafirmación como mecanismo de defensa contra el mundo exterior, contra las amenazas de los demás. 

Aquí están varias de las mejores canciones del dúo. Me odio cuando miento, No será (una de mis favoritas, joya a reivindicar), Electricistas o Todo lo que amo debe de morir, números excelsos que sigue tan inmensos como el primer día, por muchos años que pasen.

Alza tus manos si comprendes

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