Amphetamine Discharge, Rotaflex(1994) Roto Records
Pequeñas cosas furiosas, Frión (1994) Acuarela Records
Sr.Chinarro, El porqué de mis peinados (1997) Acuarela Records
Blacanova, Blacanova (2010) Foehn Records
Mi primer contacto con la escena indie noventera de la ciudad no estuvo en ningún concierto del colectivo karma, sino en el concurso de rock organizado por cartuja'93 (la gestora que se encargó de dar vida al recinto tras la exposición universal del 92) que finalmente ganaran Rhinozeros. Allí descubrí entre otros grupos a estos y a Sr. Chinarro y me perdí, por no ir solo, a Amphetamine Discharge, la banda que empezaba a despuntar en radio 3 con su primera maqueta. El sonido nirvanero de Rhinozeros me convenció rápido, la oscuridad a lo the cure de Luque y compañía me cautivó irremisiblemente, y a la banda de Aurora López la fui descubriendo al poco tiempo, por las canciones de la demo que aún sigue en casa y por la fuerza escénica de los conciertos a los que pronto asistí. De ellos recuerdo uno que sirvió de punto de partida de algo que quiso emular al colectivo karma y se quedó en mucho menos. En marzo de 1994 cinco grupos locales, con Reincidentes como estrella invitada, presentaban el colectivo Zona Saturada en un minifestival que serviría para la grabación de un lp en directo. Se trataban de Desahogados, Destripador Daniels, Malfario, Rhinozeros y Amphetamine Discharge.
El disco tardó mucho en ver la luz, y creo recordar que incluso hubo un dvd de lo ocurrido aquella noche, pero yo no tengo ninguno de ellos; lo que sí que guardo a buen recaudo es mi segunda copia (la primera se perdió en el robo del coche de un amigo) del primer cd de los de Bollullos de la Mitación, Rotaflex, publicado por Roto Records. Ahí estaban casi todas las canciones de la maqueta, lideradas por el hit Old & Young, junto a algunos otros trallazos de noise-pop, que hizo del disco uno de mis álbumes de cabecera (junto a los debuts de planetas, inquilino comunista, penelope trip o lord sickness) de algo que yo empezaba a descubrir simultáneamente en la escena española e internacional (por poner un ejemplo, mi primer cd de sonic youth fue dirty).
También contemporáneos fueron los primeros singles de acuarela, con Sr. Chinarro y Pequeñas cosas furiosas de protagonistas, que también siguen siendo, hoy en día, discos imprescindibles para entender qué ocurría en nuestra ciudad en aquellos años del noise-pop. Ahí están por un lado los primeros pasos de Luque ya fuera de la compañía Karma, y por otro, escondido como una mariposa que se confunde con el tronco de un árbol, uno de esos momentos de magia casi anónima que se materializa en Yermo, una de las canciones más emocionantes de todo el indie nacional. Algunas pequeñas piedras de un edificio que jamás se terminó de construir, pero que no han quedado solas. manolo
Tras toda esta vorágine creativa que se movía más por descargas aleatorias que siguiendo un plan trazado aparecería un disco sin el que mi educación musical quedaría coja, le faltaría algo, y eso que llegué a él casi que 10 años tarde, pero bueno: nunca es tarde si la dicha es buena, y aquí la dicha era buenísima porque ese disco no era otro que aquel con el mejor título del pop español “El porqué de mis peinados” al que se le perdona hasta la falta de ortografía que se cometió en la portada.
Un disco que desde el título era enigmático, te invitaba a jugar, a tratar de adivinar qué es lo que había detrás de aquella portada tan sugerente y detrás de esos títulos que se sucedían como una serie de pistas tras las cuales podrías adivinar cuál era ese porqué de sus peinados. O quizás acabar más confuso de lo que empezaste. Lo que era seguro es que no te quedas indiferente después de escuchar este disco, notas como que algo hace crac en tu interior y no vuelves a ser el mismo.
Yo recuerdo perfectamente escuchar este disco en las navidades de 2007, era el año que había entrado en la universidad y, tras la decepción que supuso que aquello no fuera aquel nido de cultura y efervescencia creativa que yo soñé, me dedicaba –además de a estudiar- a consumir música como un loco, me pasaba tardes enteras leyendo blogs musicales y la recién descubierta Rockdelux para encontrar nuevos discos que me saciaran. Uno de estos discos fue este que nos ocupa de Sr Chinarro, y una vez que lo puse por primera vez no podía parar de escucharlo, así que fui corriendo a Fnac a comprarlo en CD y mi sorpresa fue que andaba descatalogado, ese día aprendí que las cosas con Chinarro son así: una de cal y otra de arena.
A nivel musical el shock fue enorme: era un Kiko Veneno en su mejor estado de forma con The Cure tocando detrás. Imposible que fuese malo. Pocos discos he desgranado tanto como este, me lo ponía con los auriculares y me dedicaba a investigar cada sonido, cada nota, cada arreglo y jamás conseguí encontrarme un pero. Todo suena en su sitio: las melodías son redondas, los arreglos sirven para arroparlas aún más, los coros son ese apoyo necesario y Luque canta mejor que nunca. En lo que respecta a las letras no podemos bajar de la matrícula de honor, esos giros costumbristas, esos juegos de palabras, esas continuas referencias, esas elegantes pero a la vez socarronas rimas son un lujo para el oyente. No nos queda más que dar las gracias por un disco así, porque es un auténtico regalo para aquellos que apreciamos la belleza.
Perfecto, Sr Luque: demostraste que sabías disparar.
Para cerrar este capítulo dedicado al indie no podíamos acabar con otro grupo que no fuera Blacanova. Los descubrí con la publicación de sus Ep’s Monja, Perro y Madre, pero con fue con su debut cuando caí rendido a sus pies. Por entonces estaba en una etapa un poco rara de mi vida y no era la alegría de la huerta que se diga, así que un disco como Blacanova me venía perfecto, me sentía como ese niño insecto de la portada: extraño, pero puede que hasta cómodo en mi situación. Aunque después hayan publicado dos discos más: ¿Cómo ve el mundo un caballo? y Regiones devastadas, ambos también con portadas y sonido sobresalientes, este primer disco aún sigue teniendo para mí algo especial y es que la primera vez que lo puse y sonó ese “Ha vuelto a ocurrir pero esta toma es aún mejor” sabía que me encontraba con un disco hecho a mi medida.
Las letras jugaban a crear un paraíso artificial, un decorado de cine en el que cabían ensoñaciones, delirios y pensamientos enfermizos que en las voces perfectamente empastadas de Armando e Inés tenían su caldo de cultivo perfecto para crecer en el interior de cada uno de los oyentes e introducirte de lleno en ese universo tan extraño y placentero que es Blacanova. En cuanto a la música tenía todo aquello que me gustaba, era como una receta extraña donde el pop, el shoegaze, las atmósferas oscuras y las guitarras luminosas se unían creando un todo en el que nada sobra, una fórmula magistral de esas que se hacían (o hacen) en las farmacias.
Porque quizás Blacanova, que desde un primer momento jugó a retorcer el apellido de la icónica Olga Baklánova, no sean más que unos alquimistas modernos del sonido y de ser así, créanme: tienen la fórmula perfecta. joselito
Pequeñas cosas furiosas, Frión (1994) Acuarela Records
Sr.Chinarro, El porqué de mis peinados (1997) Acuarela Records
Blacanova, Blacanova (2010) Foehn Records
Mi primer contacto con la escena indie noventera de la ciudad no estuvo en ningún concierto del colectivo karma, sino en el concurso de rock organizado por cartuja'93 (la gestora que se encargó de dar vida al recinto tras la exposición universal del 92) que finalmente ganaran Rhinozeros. Allí descubrí entre otros grupos a estos y a Sr. Chinarro y me perdí, por no ir solo, a Amphetamine Discharge, la banda que empezaba a despuntar en radio 3 con su primera maqueta. El sonido nirvanero de Rhinozeros me convenció rápido, la oscuridad a lo the cure de Luque y compañía me cautivó irremisiblemente, y a la banda de Aurora López la fui descubriendo al poco tiempo, por las canciones de la demo que aún sigue en casa y por la fuerza escénica de los conciertos a los que pronto asistí. De ellos recuerdo uno que sirvió de punto de partida de algo que quiso emular al colectivo karma y se quedó en mucho menos. En marzo de 1994 cinco grupos locales, con Reincidentes como estrella invitada, presentaban el colectivo Zona Saturada en un minifestival que serviría para la grabación de un lp en directo. Se trataban de Desahogados, Destripador Daniels, Malfario, Rhinozeros y Amphetamine Discharge.
El disco tardó mucho en ver la luz, y creo recordar que incluso hubo un dvd de lo ocurrido aquella noche, pero yo no tengo ninguno de ellos; lo que sí que guardo a buen recaudo es mi segunda copia (la primera se perdió en el robo del coche de un amigo) del primer cd de los de Bollullos de la Mitación, Rotaflex, publicado por Roto Records. Ahí estaban casi todas las canciones de la maqueta, lideradas por el hit Old & Young, junto a algunos otros trallazos de noise-pop, que hizo del disco uno de mis álbumes de cabecera (junto a los debuts de planetas, inquilino comunista, penelope trip o lord sickness) de algo que yo empezaba a descubrir simultáneamente en la escena española e internacional (por poner un ejemplo, mi primer cd de sonic youth fue dirty).
También contemporáneos fueron los primeros singles de acuarela, con Sr. Chinarro y Pequeñas cosas furiosas de protagonistas, que también siguen siendo, hoy en día, discos imprescindibles para entender qué ocurría en nuestra ciudad en aquellos años del noise-pop. Ahí están por un lado los primeros pasos de Luque ya fuera de la compañía Karma, y por otro, escondido como una mariposa que se confunde con el tronco de un árbol, uno de esos momentos de magia casi anónima que se materializa en Yermo, una de las canciones más emocionantes de todo el indie nacional. Algunas pequeñas piedras de un edificio que jamás se terminó de construir, pero que no han quedado solas. manolo
Tras toda esta vorágine creativa que se movía más por descargas aleatorias que siguiendo un plan trazado aparecería un disco sin el que mi educación musical quedaría coja, le faltaría algo, y eso que llegué a él casi que 10 años tarde, pero bueno: nunca es tarde si la dicha es buena, y aquí la dicha era buenísima porque ese disco no era otro que aquel con el mejor título del pop español “El porqué de mis peinados” al que se le perdona hasta la falta de ortografía que se cometió en la portada.
Un disco que desde el título era enigmático, te invitaba a jugar, a tratar de adivinar qué es lo que había detrás de aquella portada tan sugerente y detrás de esos títulos que se sucedían como una serie de pistas tras las cuales podrías adivinar cuál era ese porqué de sus peinados. O quizás acabar más confuso de lo que empezaste. Lo que era seguro es que no te quedas indiferente después de escuchar este disco, notas como que algo hace crac en tu interior y no vuelves a ser el mismo.
Yo recuerdo perfectamente escuchar este disco en las navidades de 2007, era el año que había entrado en la universidad y, tras la decepción que supuso que aquello no fuera aquel nido de cultura y efervescencia creativa que yo soñé, me dedicaba –además de a estudiar- a consumir música como un loco, me pasaba tardes enteras leyendo blogs musicales y la recién descubierta Rockdelux para encontrar nuevos discos que me saciaran. Uno de estos discos fue este que nos ocupa de Sr Chinarro, y una vez que lo puse por primera vez no podía parar de escucharlo, así que fui corriendo a Fnac a comprarlo en CD y mi sorpresa fue que andaba descatalogado, ese día aprendí que las cosas con Chinarro son así: una de cal y otra de arena.
A nivel musical el shock fue enorme: era un Kiko Veneno en su mejor estado de forma con The Cure tocando detrás. Imposible que fuese malo. Pocos discos he desgranado tanto como este, me lo ponía con los auriculares y me dedicaba a investigar cada sonido, cada nota, cada arreglo y jamás conseguí encontrarme un pero. Todo suena en su sitio: las melodías son redondas, los arreglos sirven para arroparlas aún más, los coros son ese apoyo necesario y Luque canta mejor que nunca. En lo que respecta a las letras no podemos bajar de la matrícula de honor, esos giros costumbristas, esos juegos de palabras, esas continuas referencias, esas elegantes pero a la vez socarronas rimas son un lujo para el oyente. No nos queda más que dar las gracias por un disco así, porque es un auténtico regalo para aquellos que apreciamos la belleza.
Perfecto, Sr Luque: demostraste que sabías disparar.
Para cerrar este capítulo dedicado al indie no podíamos acabar con otro grupo que no fuera Blacanova. Los descubrí con la publicación de sus Ep’s Monja, Perro y Madre, pero con fue con su debut cuando caí rendido a sus pies. Por entonces estaba en una etapa un poco rara de mi vida y no era la alegría de la huerta que se diga, así que un disco como Blacanova me venía perfecto, me sentía como ese niño insecto de la portada: extraño, pero puede que hasta cómodo en mi situación. Aunque después hayan publicado dos discos más: ¿Cómo ve el mundo un caballo? y Regiones devastadas, ambos también con portadas y sonido sobresalientes, este primer disco aún sigue teniendo para mí algo especial y es que la primera vez que lo puse y sonó ese “Ha vuelto a ocurrir pero esta toma es aún mejor” sabía que me encontraba con un disco hecho a mi medida.
Las letras jugaban a crear un paraíso artificial, un decorado de cine en el que cabían ensoñaciones, delirios y pensamientos enfermizos que en las voces perfectamente empastadas de Armando e Inés tenían su caldo de cultivo perfecto para crecer en el interior de cada uno de los oyentes e introducirte de lleno en ese universo tan extraño y placentero que es Blacanova. En cuanto a la música tenía todo aquello que me gustaba, era como una receta extraña donde el pop, el shoegaze, las atmósferas oscuras y las guitarras luminosas se unían creando un todo en el que nada sobra, una fórmula magistral de esas que se hacían (o hacen) en las farmacias.
Porque quizás Blacanova, que desde un primer momento jugó a retorcer el apellido de la icónica Olga Baklánova, no sean más que unos alquimistas modernos del sonido y de ser así, créanme: tienen la fórmula perfecta. joselito
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