Triana, El Patio (1975) movieplay
Lole y Manuel, Nuevo día (1975) movieplay
Antes de empezar a escribir este texto he estado rebuscando en el cajón del mueble del salón donde se encuentran –ligeramente olvidadas- las cintas de cassette. Y digo ligeramente porque de vez en cuando me gusta ver las cintas, originales y piratas de los Smiths, los Doors, Bob Marley, REM, El último de la fila, Franco Batiatto, Isabel Pantoja, No me pises que llevo chanclas… Cintas sin las que no entiendo mi formación musical. Y de entre ellas una que siempre ha permanecido en mi memoria, quizás por ser original y tener una portada que desde pequeño me pareció mágica, hablo de Nuevo día de Lole y Manuel, disco que ha flotado siempre por mi cabeza, banda sonora inconsciente, que siempre ha estado ahí, aunque yo no deparara en ello hasta pasados bastantes años.
Recuerdo que planeando un viaje a Granada en el que iba visitar a un amigo, que por aquel entonces trabajaba allí, cogí mi viejo Ipod nano de 8 gigas y me puse a quitar y poner discos para ver qué escuchaba durante el viaje en tren, y de entre los discos metí el Nuevo día, sentía que tenía que escucharlo prestándole atención. Y así fue: tres horas de viaje dan para mucho, pero yo no escuché otra cosa que no fuera ese disco. La voz de Lole produjo un hechizo casi mágico, prácticamente me olvidé de todo cuanto ocurría a mi alrededor y canciones como Nuevo día, La plazuela y el tardón, Con hojas de menta o Por primera vez eran lo único que podía mantener mi atención en aquel viaje. Porque aquello, era como una primera vez y todo era nuevo: no se parecía al flamenco que yo había escuchado con anterioridad y sin embargo lo llevaba escuchando desde pequeño, estaba claro que era un disco único, de esos que se instalan en tu vida y te siguen acompañando en cada paso que das.
Al bajar del tren mi amigo me estaba esperando en el andén así que apagué el Ipod y se rompió el hechizo, pero el efecto ha permanecido para siempre, no puedo evitar escuchar este disco sin emocionarme sin sentir que esa poesía tan simple y bonita que encierran las letras de Manuel Molina me va atrapando en un universo de paz, amor, flores en el pelo y fraternidad absoluta con mis semejantes. Puede que el movimiento hippie naciera en los Estados Unidos, pero aquí tomó otro sentido, un sentido más puro, más real, más sureño. Aquí Todo es de color.
Y de las cintas pasamos al CD. Cuando tenía más o menos 11 años llegó a casa el primer equipo de música que reproducía CD’s lo cual a mí me pareció la revolución cultural más importante de la historia. Por aquel entonces lo más que escuchaba eran discos de Maná, Operación triunfo, Ska-P y Mala Rodríguez, una mezcla un poco extraña, sí, pero al fin y al cabo así fue mi preadolescencia musical. Tímidamente, pero con paso firme, empezaron a aparecer discos de Triana, primero los últimos que editaron, que me resultaban más accesibles y que contenían ese hit que es Tu frialdad y así, poco a poco, fui viajando hacia atrás hasta llegar a El patio. Un disco definitivo y eso que era el primero.
He de reconocer que con 12-13 años, y más cuando los triunfitos lo ocupaban todo, un disco como El patio no resultaba fácil de entender, por suerte aquí mi padre tuvo mucho que ver, porque me explicó lo trasgresor que era mezclar esa música llamada rock progresivo (esto del rock progresivo me lo apunté y lo investigué en la Encarta) con las raíces de la música hecha en nuestro país. Para mí todo lo que sonase a trasgresión y revolución era bien acogido y si encima ese disco estaba hecho en mi ciudad mucho mejor, así que lo tomé como mío y hasta el día de hoy no he encontrado sonidos que me hagan viajar más allá que ese combo que es Abre la puerta y Sé de un lugar: melodías, arreglos, letras que me hacen sentir vivo, que me hacen sentir que aquí, en mi ciudad se hacen las cosas de otra manera, ni mejor ni peor, de otra manera. De una manera que me encanta.
La evolución natural era pasar de las cintas al cd y de este al mp3 y así lo hice yo, como supongo la mayoría de personas de mi generación y posteriores. Pues el mp3 vino acompañado de tener Internet en casa y poder descargar vía emule infinidad de discos, la piratería será mala malísima, pero a mí me ha servido para conocer cosas que de otra manera me hubiese resultado imposible.
Estando en 1º de bachillerato, de nuevo mi padre se acercó a mi habitación y vio mi horario de clase en el que aparecían los nombres de mis profesores y profesoras, entre ellos el de Mayte Matito, que me enseñaba Lengua y literatura. Mi padre me dijo: dile a tu profesora si tiene alguna relación con Julio Matito. Mi respuesta no fue otra que: ¿y ese quién es? A partir de ahí una tarde hablándome de Smash, un grupo que yo no entendía, después de empezar a escucharlos, cómo había pasado tanto tiempo sin conocer y por qué no eran mundialmente famosos. En esa charla mi padre me enseñó recortes de periódicos sobre Smash que tenía guardados y que al día siguiente llevé al instituto para enseñárselos a Mayte, que resultó ser la hermana de Julio, otro talento que se nos fue demasiado pronto por culpa de un accidente de tráfico. Ella me siguió contando cosas de él y del grupo, me habló del documental Underground, la ciudad del arcoíris y desde ese momento hasta el día de hoy no he podido dejar de escucharlos porque, para mí, Julio, Gualberto y Antonio son los principales responsables de que esta ciudad haya evolucionado como lo ha hecho.
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