lunes, 11 de mayo de 2015

de cómo sufjan me salvó la vida por mireia pería

Al igual que Lolo Lapón nos explicó lo que ha supuesto Carrie & Lowell para él, también quise pedir a Mireia (la conocéis por escribir en jenesaispop), fan (o algo más allá) de Sufjan, sus impresiones sobre el disco. A cambio, ha escrito este precioso texto donde nos explica su relación con S. Stevens desde el principio.

Muchísimas gracias a Mireia por este texto y por colaborar en el marino.


"Hace unas semanas me compré un billete de avión y una entrada para ir a ver a Sufjan Stevens a Edimburgo, en un acto de desesperación porque mi ídolo no anunciaba gira europea. Obviamente, ya tengo mi entrada para Barcelona y aún estoy rumiando si también voy a Madrid. ¿Tarada? Por supuesto. ¿Ridícula? Admito que puede resultar bastante patético tener casi cuarenta años y ser una Sufjaniever... pero es que a Sufjan le debo mucho: él me salvó la vida. No en el sentido literal, pero me hizo recuperar la fe, que es casi igual de importante.

Confieso que hasta enero de 2006 no tenía ni idea de quién era Sufjan. 2005 había sido un año bastante asqueroso; entonces tenía 29 años, enlazaba contratos laborales de continuidad dudosa y mi economía era muy precaria. Compartía piso con una arpía despótica, mi vida social era escasa y la sentimental inexistente. Estaba sumergida en una situación límite de acoso (un lío demasiado largo para explicarlo aquí) que monopolizaba mi existencia y cristalizó en un principio de depresión. Sin dinero para discos, sin acceso a internet y constantemente preocupada, estaba desligada de la actualidad musical. La música pop, epicentro de mi vida desde que tenía diez años, me había dejado ya de interesar. O al menos, eso creía. Porque, justo cuando pensaba que mi abulia era ya irremediable, llegó él, mi caballero de brillante armadura... sólo que, en vez de armadura y lanza, vestía de boy-scout alado y esgrimía un banjo.


La cuestión es que, aún fiel a una vieja tradición, ese enero de 2006 me compré la RDL resumen de lo mejor del año 2005. Confirmé, desanimada, mi ignorancia. ¿MIA? ¿Kanye West? ¿Noséqué Stevens? Pero... ¿estos quiénes son? Por inercia, me puse el CD recopilatorio de las mejores canciones del año. Oh, las había buenas. Incluso muy buenas: ‘Rebellion (lies)’ de Arcade Fire, ‘Santa María da Feira’ de Devendra Banhart... pero había una que, desde el primer momento, me atrapó: ‘John Wayne Gacy Jr’, del tal noséqué Stevens. Ese piano, esa desolación tan inquietante, ese suspiro final y, sobre todo, esa voz... una voz hermosa y perturbadora, que emanaba tanta tristeza, desesperación contenida y resignación... No podía parar de escucharla y necesitaba saber qué más había hecho su autor, Sufjan Stevens. Pero, ay, sin dinero para comprar discos y sin internet para echarme un mísero myspace a las orejas (estábamos en 2006, recuerden), difícil lo tenía, así que me dediqué durante meses a reproducir compulsivamente la canción que me tenía obsesionada. Con perspectiva, no acabo de entender porqué no compré ‘Illinois’ enseguida; una persona normal lo habría hecho. Pero yo soy bastante anormal, además de agarrada; mi precariedad económica marcaba que no podía hacer dispendio en artistas que no conociera. No había forma de encontrar el CD barato y me daba miedo pulirme dieciocho euros y que el disco me decepcionara. Así que, ironías del destino, pasé casi todo el puñetero 2006 incapaz de gastarme unos míseros euros en Sufjan, el mismo Sufjan por el que luego no he dudado en viajar a Lisboa o Escocia. Aunque casi mejor así; no me quiero ni imaginar el padecimiento que hubiera supuesto convertirme en fan a muerte en, pongamos primavera de 2006, y comprobar que las entradas para su concierto en el Casino de l’Aliança de Poble Nou habían volado.

Las cosas empezaron a mejorar a finales de 2006. Hice una oposición para conseguir plaza fija en el mismo departamento que me había estado contratando-despidiendo-contratando durante años. La perspectiva de tener (¡por fin!) un trabajo fijo con un salario razonable me empujó a Discos Revolver el mes de diciembre para comprarme, de una maldita vez, el ‘Illinois’. Me lo puse y entonces fue el arrebato. Primer mazazo, “Concerning the UFO”. ‘Oh, Dios mío, ¡esto es una maravilla!’, pensaba. Luego, “Come on feel the Illinoise”: ‘Es mona, pero no me gusta tanto como la anterior... espera… ¿y este quiebro maravilloso?’. De repente, me hallé incrédula ante ese despliegue de efusividad y policromía; creo que fue, precisamente, en ese momento, en el cambio de rumbo que toma la canción a partir del minuto 2.20, cuando me di cuenta de que amaba a ese hombre; aún no había llegado a la que para mí era la mejor canción de 2005 y ya estaba rendida: Even with the heart of terror and the superstitious wearer/I am riding all alone, I am writing all alone, iban entonando los coros de animadoras en technicolor. ‘¿Cómo he podido vivir tanto tiempo sin ti, Sufjan?’ Even with the rest belated, everything is antiquated/Are you writing from the heart? Are you writing from the heart? Y así, asistí atónita a un festival de canciones en que cada una era prácticamente mejor que la anterior, en un festín stendhaliano que me dejó sin aliento. Cuando llegué a ‘Chicago’ ya me daba igual todo lo que me había sucedido hasta ese momento: el trabajo, la arpía, el acoso... porque estaba teniendo una epifanía en que todo cobraba sentido. Entonces, en medio de los “and it takes and it takes” de ‘Casimir Pulaski Day’, Sufjan me susurró: ‘Deja de preocuparte por chorradas. Esto es lo realmente importante, chica’. De vuelta al mundo, a la vida. I fell in love again.

Mireia Pería"

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