Nunca he entrado en un catedral vacía. Solo el silencio, la imponente arquitectura y yo. Nunca he tenido esa suerte. Pero me imagino que cuando no hay nadie en las catedrales, su silencio suena a las canciones de Sant Miquel.
Cuando hay gente, cuando los turistas nos abalanzamos a ellas para admirar todas las maravillosas construcciones religiosas, suenan a otra cosa muy distinta. También admirable, pero distinta.
Las cinco canciones presentadas como el primer volumen de una serie que inicia Snap! Clap! Club de fanzine+cassette del joven mallorquín Sant Miquel viven en esas catedrales e iglesias vacías, en las habitaciones abandonadas de una casa a la que hace tiempo que nadie entra.
Canciones que se bastan con sus fascinantes historias para crear un pequeño mundo alrededor del que no quieres salir una vez has llegado a él.
Cuando hay gente, cuando los turistas nos abalanzamos a ellas para admirar todas las maravillosas construcciones religiosas, suenan a otra cosa muy distinta. También admirable, pero distinta.
Las cinco canciones presentadas como el primer volumen de una serie que inicia Snap! Clap! Club de fanzine+cassette del joven mallorquín Sant Miquel viven en esas catedrales e iglesias vacías, en las habitaciones abandonadas de una casa a la que hace tiempo que nadie entra.
Canciones que se bastan con sus fascinantes historias para crear un pequeño mundo alrededor del que no quieres salir una vez has llegado a él.
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