domingo, 7 de septiembre de 2014

el quinto de interpol

No necesito que los grupos estén constantemente reinventándose. No porque tengan que hacerlo porque sí.
Si me gustan, me conformo con que sigan practicando lo que mejor se les da.

Interpol son un grupo de sonido marcado y reconocible. Una vez estás atrapado por su oscura melancolía, solo quieres más, una y otra vez. 
Por eso, solo les pido que sigan publicando buenos discos y grandes canciones, sin necesidad de cambio.

Interpol debutaron en 2002 con uno de los mejores discos de los últimos años. Con las influencias bien marcadas, pero con la personalidad suficiente como para crear uno de los discos más influyentes de la época.
Dos años más tarde, Antics continuaba el buen hacer del debut, dejándonos canciones como C'mere, Evil o Slow hands. Our love to admire, su tercer álbum (el gran tapado de su discografía), es una maravilla dónde absolutamente cada una de las canciones hiela la sangre.
Con Our love to admire, vuelven a marcar las distancias, consiguiendo otra vez un gran disco.

Pero, oh, en 2010 publican su disco homónimo, sin duda alguna su disco menos afortunado (ya confundiendo y despistando desde su portada). El nivel baja, las canciones también (aunque Lights ha ido creciendo con el tiempo y Barricade siempre fue un gran single) y  el tono general del disco no invita a muchas escuchas. 


Con El Pintor pasa un poco lo mismo. Están All the rage back home, Ancient ways (!qué canción¡), My desire o Everything is wrong, pero al contar con una parte central un poco dispersa no es un disco uniforme ni finalmente satisfactorio.

Con toda seguridad, todas estas dudas desapareceran en el momento en el que presenten el disco en directo, uno de los puntos fuertes del grupo. Donde se crecen y se hacen grandes, inmensos.

Como curiosidad, el bonus track para iTunes, The depths, es una de las mejores del disco, una canción fantástica y adictiva. 

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