Las notas de prensa que no me he leído hablan del decimocuarto disco de
Sr. Chinarro. Yo prefiero sentirlo como el décimo, dejando Ronroneando
como obra de transición y Presidente (a pesar de esas dos joyas que son
María de las Nieves y, especialmente, Babieca), ¡Menos Samba! y
Enhorabuena a los Cuatro a Antonio Luque, como si se tratara de un artista distinto.
Y no estoy diciendo (aunque sí lo piense) que se trate de algo peor, sino, esencialmente, de algo diferente.De una obsesión por escapar de aquello anterior, de ser comprensible, chistoso y menos jeroglífico en sus letras, de huir del pasado escapando incluso de uno mismo, de sus referencias y de sus preferencias. Solo así se entienden canciones como La Lección, La Plaga, La Iguana Mari o Las fuerzas de la naturaleza (curioso que todas comiencen con el artículo determinado), letras tan sonrojantes como el chascarrillo Iguana Mari/Marihuana o la historia absurda de las malas que van a todas partes de Una Frase Socorrida o el sabinismo que desprenden los aires pseudomexicanos de La Curva de la Felicidad.
Y no estoy diciendo (aunque sí lo piense) que se trate de algo peor, sino, esencialmente, de algo diferente.De una obsesión por escapar de aquello anterior, de ser comprensible, chistoso y menos jeroglífico en sus letras, de huir del pasado escapando incluso de uno mismo, de sus referencias y de sus preferencias. Solo así se entienden canciones como La Lección, La Plaga, La Iguana Mari o Las fuerzas de la naturaleza (curioso que todas comiencen con el artículo determinado), letras tan sonrojantes como el chascarrillo Iguana Mari/Marihuana o la historia absurda de las malas que van a todas partes de Una Frase Socorrida o el sabinismo que desprenden los aires pseudomexicanos de La Curva de la Felicidad.
Por
eso cuesta trabajo situar en contexto este Perspectiva Caballera.
Autoedición y reencuentro consigo mismo (o con el personaje que siempre
le acompañó). Vuelta a las letras de Ocón de Oro y las frases para fans
que le aman pero no le comprenden. A las melodías de pop incontestables y
los arreglos sobrecogedores (antes con acordeones de juguete o
melódicas y ahora con cuerdas). Un cierre de paréntesis, pero sin dar
pasos atrás o, mejor dicho, pasos en falso. Porque tampoco se trata de
una vuelta a los orígenes. Una canción como Nod o, aún más claro, como
Los Conejos, no cabrían en la discografía del Chinarro del siglo
anterior. E instrumentalmente es mucho menos caótico, más ordenado y
sereno. Como si de pronto la máquina del tiempo nos devolviera al
instituto pero con el bagaje de los cuarenta años de vida. Más seguros
de uno mismo y con todos los errores aprendidos.
Pero
además, es que el disco es terriblemente bueno. Desde que arranca con
el sonido del spectrum cargándose hasta que se cierra con las guitarras
de la canción de amor de turno. Droguerías y Farmacias está
magistralmente llevada, entre una letra llena de referencias y juegos de
palabras y unos arreglos brillantes, hasta un estribillo que se clava
inmediatamente. El Gato de S es el mejor Chinarro de este siglo (el del
Mundo Según). Y Nod, colada en el disco como años antes lo hizo con Una
Manzana más Abajo, muestra a un compositor tan maduro como genial (sí,
de genio). Y eso son solo las tres primeras canciones de un álbum que no
flaquea en ningún momento. Ni tan siquiera cuando se sale completamente
del guión para homenajear descaradamente a las vainica del Tigre de
Guadarrama (vil estructura del establishment, marketing, marketing,
marketing).
Y después están Mudas y Escamas,
que también remite a los primeros discos de Mushroom Pillow, El Viaje
Astral que vuelve a clavar estribillo, la suave aspereza de Ácido
Fórmico, o Famélicos Famosos, con esa sublimación de la belleza pop, que
te transporta al mismo lugar mágico al que te llevaba Dulce Condena de
Los Rodríguez y una letra que te hace cómplice con ese guiño a Jesús
(Llorente) y el Cobre cuanto Antes. Una de sus mejores canciones de
siempre. Con todo lo que eso significa.
Está
claro que todos hemos crecido. Él, vosotros y yo. Si no, no entendería
que exista este Perspectiva Caballera y que yo haya escrito hasta cuatro
párrafos sobre él sin hablar (o casi) sobre mí. Y no estoy seguro de
que eso sea bueno, pero, sinceramente, creo que sí.
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