
Dando inicio con la preciosa y delicada Pray you catch me (nadie canta tan bonito como Beyoncé), que con pocos elementos crece en intensidad y emoción a cada segundo y la juguetona Hold up, una delicia que parece que va a explotar en cualquier momento, pero que contiene el ritmo de manera magistral, Lemonade sigue en su parte central con ese sonido robusto que comentaba de la mano de Jack White y The Weeknd. El primero en Don't hurt yourself, de sonido inédito en la discografía de Beyoncé, el segundo en la intensa 6 inch. Sorry y Love drought, entre el r&b y la electrónica más sutil son también de lo mejor de Lemonade, que guarda parte de sus mejores bazas para el final. La necesaria Freedom con Kendrick Lamar y el inmenso dúo final con la fantástica y sexual All night y la ya conocida Formation.
Un disco que quizás acaba estando un peldaño por debajo de su predecesor, pero a todas luces manteniendo el maravilloso estado de gracia en el que se encuentra Beyoncé, otra de las artistas que define el sonido de nuestros días, puro 2016. Javier Ruiz.
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