27 capítulos ya de The Leftovers y puedo decir con toda propiedad que no sé si me he enterado de algo de lo que ha pasado en esas (casi) 27 horas de televisión.
Sí, hay una historia clara, hay un punto de partida, pero ese punto cada vez lo he ido viendo cada vez más borroso, cada vez más lejos.
Para ser justos, la idea original cada vez se ha ido matizando más, ampliando campos de interés e ideológicos. La serie ha ido evolucionando a lo largo de sus tres temporadas, llegando a un lugar en el que solo importa el verdadero sentido de la existencia. O parece que es lo que buscan todos los personajes de la serie.
Esta tercera temporada se ha caracterizado por la manera de contar la historia. A modo de puzzle, hemos ido juntando y atando los cabos y las diferentes partes, en una imagen final que esperamos ver (o no) este mismo domingo-lunes en la series finale. Porque si algo hemos aprendido es que no todo tiene un final o una explicación satisfactoria.
The Leftovers, como buen producto de Damon Lindelof, posee buena parte de los tics del creador de ficciones, y eso solo puede ser bueno. Dicho de otra manera, esta última temporada nos está recordando muchísimo a Lost. Lindelof tiene unas formas de contar muy peculiares, muy evocadoras, y esto le viene que ni pintado a la etérea historia de The Leftovers.
Pero si hay algo que ha destacado en esta tanda de nuevos capítulos es el magistral uso de la música que han realizado. Max Richter lo ha vuelto a hacer y dando una vuelta de tuerca a la sintonía principal, sigue logrando que no entendamos la serie sin su aportación. Pero no solo eso, el atinado y fino uso de determinadas canciones (ya desde la cabecera), llevaban las imágenes muchísimo más allá. Sin ir más lejos, el uso del God only Knows en el 3x07 ha sido emocionante hasta decir basta.
Puede que no hayamos entendido mucho, pero la alucinante belleza de ciertos planos, el carácter sugestivo, y las maravillosas interpretaciones hacen que estemos ante una de las mejores series de los últimos años.
Sí, hay una historia clara, hay un punto de partida, pero ese punto cada vez lo he ido viendo cada vez más borroso, cada vez más lejos.
Para ser justos, la idea original cada vez se ha ido matizando más, ampliando campos de interés e ideológicos. La serie ha ido evolucionando a lo largo de sus tres temporadas, llegando a un lugar en el que solo importa el verdadero sentido de la existencia. O parece que es lo que buscan todos los personajes de la serie.
Esta tercera temporada se ha caracterizado por la manera de contar la historia. A modo de puzzle, hemos ido juntando y atando los cabos y las diferentes partes, en una imagen final que esperamos ver (o no) este mismo domingo-lunes en la series finale. Porque si algo hemos aprendido es que no todo tiene un final o una explicación satisfactoria.
The Leftovers, como buen producto de Damon Lindelof, posee buena parte de los tics del creador de ficciones, y eso solo puede ser bueno. Dicho de otra manera, esta última temporada nos está recordando muchísimo a Lost. Lindelof tiene unas formas de contar muy peculiares, muy evocadoras, y esto le viene que ni pintado a la etérea historia de The Leftovers.
Pero si hay algo que ha destacado en esta tanda de nuevos capítulos es el magistral uso de la música que han realizado. Max Richter lo ha vuelto a hacer y dando una vuelta de tuerca a la sintonía principal, sigue logrando que no entendamos la serie sin su aportación. Pero no solo eso, el atinado y fino uso de determinadas canciones (ya desde la cabecera), llevaban las imágenes muchísimo más allá. Sin ir más lejos, el uso del God only Knows en el 3x07 ha sido emocionante hasta decir basta.
Puede que no hayamos entendido mucho, pero la alucinante belleza de ciertos planos, el carácter sugestivo, y las maravillosas interpretaciones hacen que estemos ante una de las mejores series de los últimos años.
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