Mi intención era la de esperar a recibir la cassette junto al fanzine para escribir sobre el debut de Cosmo K, pero no he sabido ser paciente. Siento que el momento es ahora y uno debe dejarse llevar por los pálpitos del corazón. Yo no suelo hacerlo y al final así me va en la vida. Tampoco demasiado mal pero, de otra forma, seguro que al menos más emocionante sería.
Hace unos días llegó, con cierto retraso, el cómic de Conxita Herrero, Gran bola de helado, a casa. En su contraportada hay un texto de María el Problema que sirve de introducción al mismo. También aparece su nombre en alguna de sus historietas y, quiero entender (lo mismo me equivoco, pero hoy es el día de los pálpitos), en la letra de Pez en bicicleta de Tronco. Y ahora es la propia Conxita la que ha diseñado la portada (en dos combinaciones de colores en la edición cassette que edita Snap! Clap! Club) del disco de Cosmo K, la banda a la que pertenece María. Todo son relaciones. Como que ambas beban de referencias cercanas y tengan sensibilidades parecidas a la hora de redactar las historias de dramas urbanos en las que se basan sus canciones.
Cosmo K también suena a antifolk amable. Me llevan a esos tiempos en los que me contaron que Asaurus eran el mejor sello del mundo y yo me lo creí. Me lo creí, pero no les hice ningún pedido, por lo que tampoco sé si hay algún motivo real para establecer esta relación. Y también me traen a la memoria el disco que Kimya Dawson publicó como Antsy Pants y que sí tengo. Y a cuando descubrí que existía una escena en Barcelona de grupos relacionados entre ellos (Sedaiós, Fred i Son, Las Dolores, Epic Kind, Senderos, Jordi Irizar toca la batería…) con una vocación indie pop. Me dirigen a todos esos nombres y momentos porque precisamente veo que el paso del tiempo es el motivo principal de las letras de las 8 canciones que lo forman. Está el recuerdo de una relación tormentosa, anécdotas de amigas que ya no lo son tanto y amigos que ya no son como antes, descripciones de sentimientos de pérdida y personalizaciones de esa nostalgia en cintas vhs. Es un disco que mira al pasado, a veces con ternura, otras con desazón, y siempre con una visión fresca y despreocupada que, tanto en lo lírico como lo instrumental, dispara rápido, casi sin apuntar, como si de un álbum de punk acústico se tratara. Y, lo mejor, lo hace siempre con acierto, pero especialmente en Mayo del 68, Punto rojo, 120 cintas de vídeo o Ex, la canción que ha nacido para competir con Pez en bicicleta por el título de mejor canción del año del pop nacional.
Yo las he recibido todas, estas y las del disco de Tronco, como si hubieran nacido con el objetivo de tratar de salvar este verano de mierda que me está tocando soportar. Algo nada sencillo, cierto, pero tan loable que casi consigue que por un rato me olvide de todo lo que me rodea y me refugie en esas anécdotas que hoy son mi filtro de colores para que la realidad sea menos realidad y la ficción sea solo un cuarto de hora de pop imperfecto y maravilloso. Manolo Domínguez
Hace unos días llegó, con cierto retraso, el cómic de Conxita Herrero, Gran bola de helado, a casa. En su contraportada hay un texto de María el Problema que sirve de introducción al mismo. También aparece su nombre en alguna de sus historietas y, quiero entender (lo mismo me equivoco, pero hoy es el día de los pálpitos), en la letra de Pez en bicicleta de Tronco. Y ahora es la propia Conxita la que ha diseñado la portada (en dos combinaciones de colores en la edición cassette que edita Snap! Clap! Club) del disco de Cosmo K, la banda a la que pertenece María. Todo son relaciones. Como que ambas beban de referencias cercanas y tengan sensibilidades parecidas a la hora de redactar las historias de dramas urbanos en las que se basan sus canciones.
Cosmo K también suena a antifolk amable. Me llevan a esos tiempos en los que me contaron que Asaurus eran el mejor sello del mundo y yo me lo creí. Me lo creí, pero no les hice ningún pedido, por lo que tampoco sé si hay algún motivo real para establecer esta relación. Y también me traen a la memoria el disco que Kimya Dawson publicó como Antsy Pants y que sí tengo. Y a cuando descubrí que existía una escena en Barcelona de grupos relacionados entre ellos (Sedaiós, Fred i Son, Las Dolores, Epic Kind, Senderos, Jordi Irizar toca la batería…) con una vocación indie pop. Me dirigen a todos esos nombres y momentos porque precisamente veo que el paso del tiempo es el motivo principal de las letras de las 8 canciones que lo forman. Está el recuerdo de una relación tormentosa, anécdotas de amigas que ya no lo son tanto y amigos que ya no son como antes, descripciones de sentimientos de pérdida y personalizaciones de esa nostalgia en cintas vhs. Es un disco que mira al pasado, a veces con ternura, otras con desazón, y siempre con una visión fresca y despreocupada que, tanto en lo lírico como lo instrumental, dispara rápido, casi sin apuntar, como si de un álbum de punk acústico se tratara. Y, lo mejor, lo hace siempre con acierto, pero especialmente en Mayo del 68, Punto rojo, 120 cintas de vídeo o Ex, la canción que ha nacido para competir con Pez en bicicleta por el título de mejor canción del año del pop nacional.
Yo las he recibido todas, estas y las del disco de Tronco, como si hubieran nacido con el objetivo de tratar de salvar este verano de mierda que me está tocando soportar. Algo nada sencillo, cierto, pero tan loable que casi consigue que por un rato me olvide de todo lo que me rodea y me refugie en esas anécdotas que hoy son mi filtro de colores para que la realidad sea menos realidad y la ficción sea solo un cuarto de hora de pop imperfecto y maravilloso. Manolo Domínguez
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