viernes, 24 de febrero de 2017

recordando canciones: islamabad de los planetas

Los reyes magos de 1997 me trajeron un discman de 17.000 pesetas. Eran esos tiempos de bonanza que los diarios que antes se encargaron de enterrar a Felipe González en cal viva pregonaban. En el sofá del salón había un discman, un single de vinilo y unos globos de colores. El resto de la familia aún dormía y me senté en una silla con el reproductor en las manos. Los cohetes de la calbagata anunciaban que estaba a punto de terminar la paz en el barrio. Tiempos de guerra disfrazados de roscón de reyes.

Mientras escuchaba Compito con los auriculares nuevos, el perro explotaba los globos con sus colmillos y yo esperaba a que todo el mundo estuviera despierto con la primera referencia de The Affection series encima de la mesa esperando. Su mapamundi, gracias y Qué puedo hacer, dos canciones que me conocía de memoria, iban a cobrar una nueva dimensión en cuanto mi familia saliera de casa y el salón se quedara vacío solo para mí y mis fantasmas.

Siempre he sido de amar canciones que me hacen llagas en cada escucha. No sería capaz de pincharme el dedo con una aguja pero sí de joderme el día con una canción. Con los seis minutos de la versión que Los Planetas hicieron para la referencia conjunta de Acuarela y Green Ufos que unió a mis dos grupos preferidos del momento.



E Islamabad es, veinte años después, el mapamundi de una banda que debe reinventarse otra vez como ya lo hizo después del fallido Pop para hacernos sentir como ese niño que después de ver superman por primera vez decidía saltar por la ventana. Jesús Llorente aún no se había inventado esa metáfora para explicar Una semana en el motor de un autobús pero sí nos había adelantado lo que podía ser el tercer disco de Los Planetas con esta primera referencia de una serie de singles que no duró mucho más. Y a día de hoy no sé si es posible que Zona temporalmente autónoma pueda acercarse a aquel salto al vacío que llegó el mismo año en que yo terminaba la carrera, hacía la objeción de conciencia perdiendo las tardes en un colegio de las tres mil viviendas y me empezaba a dar cuenta de que no había llevado mi vida por el mejor camino para empezar a asumir que estaba llegando a la adultez en unas condiciones poco favorables para no hundirse en la mierda; pero sí sé que esta canción, que se enmaraña en un estribillo donde J (o Yung Beef, o incluso yo mismo) grita que está cayendo parriba, me recuerda mucho a ese momento en el que la casa se quedó sola, sonó por primera vez en el plato Su mapamundi, gracias, y yo me cagué en los muertos de los putos reyes magos, de mi puta vida y de ser un gilipollas que con 28 años no tiene huevos de sacar las piernas del fango de sus canciones y sus fines de semana en casa viendo el programa de José Luis Moreno. Manolo Domínguez.

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